Lo sucedido en la marcha denominada Reacciona Perú el sábado 5 de noviembre pasado es gravísimo. Se trató de una marcha absolutamente pacífica. Sometida a una emboscada policial perfectamente organizada.
A las tres de la tarde había alrededor de cien mil ciudadanos de toda condición social y edad en el frontis del Palacio de Justicia. Punto inicial de la marcha. En perfecto orden y respetando incluso veredas y la vía del Metropolitano que circulaba libremente se avanzó por el Jirón Lampa hasta Nicolás de Piérola y por ahí se marchó hasta la avenida Abancay con la intención de llegar al Congreso de la República.
La avenida Abancay era una trampa. Todas las salidas transversales estaban cerradas con rejas y piquetes policiales de tres y hasta cuatro filas, armados con varas, armas de fuego y lanzadores de gases. Es decir, no había evacuar en caso de emergencia a esas cien mil personas más que por una salida.
Cuando la primera línea de la marcha llegó a la esquina del jirón Huallaga se encontró con un triple enrejado y una cuádruple gila de policías. En vano se negoció y conversó para que permitan pasar hasta el congreso. Entonces la marcha se detuvo. Se cantó el Himno Nacional y empezaron las arengas. No hubo violencia. Uno que otro se acercaba a increpar a los policías para que permitan el paso.
Por espacio de casi una hora siguieron los gritos y arengas. Algunos empezaban a retirarse, cuando se ordenó lanzar bombas lacrimógenas indiscriminadamente. No eran ni una docena de exaltados que intentaron empujar la barrera policial. Nada que la impresionante cantidad de policías no hubiese podido controlar.
La gente desesperada por la potencia y cantidad de gases empezó a desplazarse con dirección al Parque Universitario, que era la única salida libre, pues todas las demás tenían rejas, es así que se produce lo que hemos llamado la emboscada, porque es cuando lanzan gases desde esa dirección. Fueron momentos de desesperación en que una marcha absolutamente pacífica era tratada con una violencia inusitada por la policía que en este momento para terminar de cumplir un plan siniestro atacó y les pasó por encima a los manifestantes con caballos.
Cabe recordar que luego de la tragedia ocurrida cuando Susana Villarán intentó desalojar el mercado de la Parada usando a la policía a caballo, hubo una histórica sentencia del Poder Judicial que prohíbe el uso de estos animales en tales situaciones.
Entonces ante estas circunstancias tan graves solo queda una salida y es encontrar al responsable político de tanto desatino y no es otro que el ministro del interior, el cual debe ser censurado de inmediato por el congreso.
No puede seguir ejerciendo el cargo un funcionario que urde o permite planes siniestros para agredir a la población que debe proteger.
También debe ser destituido de inmediato el Jefe de la Región Policial Lima, General Manuel Lozada, que es el otro responsable de esta acción criminal contra la población que ejercía su derecho a la protesta.
Una vez más el Congreso tiene la palabra.