Por: Luciano Revoredo / Crueldad Comunista

por | Dic 6, 2021 | Opinión

Alberto Fujimori tiene 83 años. Es un paciente de cáncer y además tiene serios problemas coronarios y otros propios de su avanzada edad. Hace catorce años fue extraditado de Chile acusado de diversos delitos. Tras concederse esa extradición fue sometido a un juicio con características de reality show, transmitido día y noche por televisión, que concluyó en 2009 con su condena a 25 años de prisión.

«Este tribunal declara que los cuatro cargos se encuentran probados más allá de toda duda razonable, y la sentencia es condenatoria», sentenció César San Martín, quien estuvo a cargo del proceso. Luego se supo que todo el proceso fue en vano pues San Martín tenía la sentencia prefabricada por asesores desde España y lo que buscaba desde el primer día era condenar al presidente Fujimori.

Diez años después de la extradición Pedro Pablo Kuczynski le concedió el indulto humanitario. Palacio de Gobierno informó así: «Una junta médica oficial ha determinado que el señor Fujimori padece de una enfermedad progresiva, degenerativa e incurable y que las condiciones carcelarias significan un grave riesgo a su vida, salud e integridad (…). El Presidente de la República, en uso de las atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú para tales fines, ha decidido conceder el indulto humanitario (…) siendo las 18:00 horas del 24 de diciembre del 2017».

Esta noticia fue el mejor regalo de navidad para una gran parte de peruanos y motivo de indignación para otros. Luego trascendieron algunas negociaciones bajo la mesa que enturbiaron el proceso y además debido a la constante campaña de sectores comunistas y de la caviarada oenegera, nueve meses después el indulto fue revocado y Fujimori volvió a prisión.

Lo cierto es que a la fecha es un anciano gravemente enfermo convertido en trofeo de odiadores de todo pelaje.

Pero nuestro país no deja de sorprendernos. Cuando es evidente que el expresidente vive sus últimos días en prisión, el gobierno comunista de Pedro Castillo, lejos de mostrar humanidad acaba de enviar al procurador anticorrupción Javier Pacheco hacia Chile. La defensa del Estado coordinará la ampliación de la extradición activa de seis procesos más contra Alberto Fujimori. Nada más estéril e innecesario.

Es decir, se pretende que a sus 83 años vuelva a ser sometido a proceso judicial, como si se pudiera ampliar su condena o tuviera algún sentido semejante ensañamiento.

Detrás de esta cruel e inexplicable maniobra está el impresentable ministro de justicia Aníbal Torres, ese esperpéntico jurista que nos amenazó con ríos de sangre si Castillo no lograba consumar el fraude electoral.

Esa es la verdadera faz del gobierno. La crueldad comunista es la de siempre, desde Stalin a Pol Pot, desde Abimael Guzmán a Víctor Polay. Castillo y el gobierno neosenderista tienen el mismo talante.

Fujimori aparentemente morirá en prisión. Mejor haría el gobierno en dedicar recursos y esfuerzos a generar empleo, acabar con la inseguridad, desterrar la corrupción, reactivar la economía, que en perseguir a un anciano cautivo e indefenso.


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