Por: Martín Valdivia Rodríguez / Humala en su hora más difícil

por | Feb 24, 2020 | Opinión

Por: Martín Valdivia Rodríguez / Humala en su hora más difícil / A la empresa corrupta Odebrecht no le interesaba en lo más mínimo las posiciones políticas. A la constructora le daba lo mismo un partido de derecha como de izquierda, liberal o conservador, progre o cavernario. Lo importante para Marcelo Odebrecht y sus secuaces era olfatear el panorama político de un país donde tenía intereses y, a través de emisarios inteligentemente captados, llegar a la cúpula más alta del poder para, desde allí, inocular el veneno de la corrupción para comprar voluntades e hipotecar decisiones. La plata, el dinero sucio, aseguraba años de progreso. Las licitaciones amañadas garantizaban obras de millones de dólares. Para ellos la palabra competencia no existía.

Ese era el modus operandi de Odebrecht, evadían el largo camino de lo legal para, coimeando, ganar licitaciones de mega obras. Para ello crearon el rimbombante Departamento de Operaciones Estructuradas (entiéndase Oficina de Sobornos) que, según Hilberto Mascarenhas da Silva, responsable de esta área, contaba con un “fondo” de unos 60 a 70 millones dólares al año sólo para pagar coimas. Con los años el departamento en mención fe creciendo en la medida que Odebrecht logra hacerse de importantes proyectos a nivel mundial.

Aquí en el Perú la “tentación Odebrecht” tocó a la mayor parte de nuestra clase política, embarrando a líderes políticos de todas las facciones y colores. La corrupción ha tocado a cuatro presidentes, candidatos presidenciales y alcaldes. Prácticamente no ha quedado títere sin cabeza. La última de las noticias, que en realidad solamente corrobora lo que ya se sabía, proviene de 400 documentos del servidor My Web Day que, en pocas palabras, explica qué ruta tomó el dinero (4,7 millones de dólares) que se destinó para las campañas electorales del 2011.

Allí se comprueba palmariamente cómo el mismísimo Marcelo Odebrecht autoriza órdenes de pago y transferencias bancarias para Ollanta Humala por un total de 2’999.895 millones de dólares. La “ayuda” se realizó a pedido del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, liderado por Luiz Lula da Silva. Es decir, la suerte de Humala está prácticamente echada. Será muy difícil que la justicia se deje impresionar con la defensa del ex presidente que arguye que la plata entregada por la constructora no constituye delito porque fue “solamente” un aporte y un aporte no significa lavado de activos. Los minutos empiezan a correr. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.


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