Por: Martín Valdivia Rodríguez / La justicia tarda…pero llega / ¿La ex primera dama Nadine Heredia podría volver a la cárcel? Es lo más probable. Ello se desprende del pedido de la fiscal del Equipo Especial del Caso Lava Jato, Geovana Mori, quien presentó ayer un pedido de 36 meses de prisión preventiva contra Heredia y los ex ministros del gobierno de Ollanta Humala, Luis Miguel Castilla y Eleodoro Mayorga, titulares de las carteras de Economía y de Energía y Minas respetivamente.
Y claro, pasó lo que tenía que pasar. Tal como lo dijimos en una columna anterior, las revelaciones tipo “gota a gota” de los corruptos brasileños convencieron al grupo de fiscales a solicitar este pedido que básicamente se centra en el caso del gasoducto al sur, donde la danza de millones fue liderada por el ex gerente de este proyecto, Rodney Carvalho, quien fue finalmente el que reveló nuevos actos ilícitos adjudicados a los tres personajes del régimen humalista.
Recordemos que el pasado 1 de marzo la fiscal Mori había formalizado denuncia contra Nadine determinando que existía una “organización enquistada” en el gobierno central que tuvo como finalidad favorecer al consorcio compuesto por Odebrecht, Graña y Montero y Enagas con la finalidad de obtener la buena pro del proyecto. El negocio fue redondo, pues, según el Ministerio Público, esta organización cerró el negocio de manera efectiva.
Para nadie es un secreto que a la ex primera dama le fascinaba el lujo y la buena vida. De la sencilla compañera de Ollanta que lucía polos blancos y jeanes despintados, poco quedó durante el gobierno de su marido. Sus roperos se llenaron de vestidos Versace, carteras y accesorios Louis Vuitton, Gucci, Chanel, entre otros. Aparecieron camionetas nuevas y, en general, el estándar de vida de la pareja presidencial creció exponencialmente.
Esa vida de lujos no pasó desapercibida para la gente. Algo raro se percibía en aquella pareja que había llegado al gobierno blandiendo la bandera de la anti corrupción y el nacionalismo. Lo que la gente no sabía era que la pareja ya había hipotecado su gobierno a los corruptos de Odebrecht, manteniendo todo, aparentemente, oculto. El gobierno de Ollanta pasará a la historia no por sus obras, sino por su entreguismo a la voracidad de los brasileños que todo lo compraban para evitar la competencia.
Ante las pruebas, es muy probable que la señora Heredia vuelva a prisión, al igual que su esposo. La justicia tarda, pero finalmente, llega. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.