Por: Omar Chehade / El gobierno de Martín Vizcarra y su entorno nos quiso hacer creer que ya habíamos llegado a la meseta con la pandemia, que habían descendido los contagios, y que el Perú había llegado al tope de la epidemia y que había una luz al final
del túnel. A los pocos días de este insólito anuncio, la supuesta meseta se convirtió en una escalera eléctrica, pues la cifra de contagiados del COVID-19 se fue duplicando y el de muertes multiplicando, sin contar el subregistro de fatalidades. Hoy ya pasamos los doscientos mil infectados oficiales y más de cinco mil quinientos muertos. Somos el octavo
país, de 194 reconocidos por Naciones Unidas, más infectado del mundo; y el segundo, si lo contamos por millón de habitantes. Es un fracaso la política de estado de emergencia y cuarentena del gobierno, máxime si tenemos en consideración que dicho encierro forzoso en casa por parte de los peruanos ha sido no solo uno de los más estrictos de la región, sino fundamentalmente uno de los primeros en ejecutarse en el mundo. ¿Qué sucedió entonces?, ¿Cuál es la causa del fracaso del régimen? Varias razones. El primero es un gabinete mediocre. Incluso se cambió reemplazando en plena pandemia a tres ministros,
a la titular de salud, por incompetencia, luego vino uno peor, pero además insensible con su propio gremio, y luego a los titulares del Interior y Cultura por sendos temas de corrupción. Luego se prefirió las pruebas de descarte rápidas antes que las moleculares, a sabiendas que las rápidas no detectaban la infección en los primeros diez días, sino recién en los últimos. Tampoco hubo una política de aislamiento a los infectados, para protegerlos tanto a ellos como al resto de personas de su entorno. Se priorizó una violenta cuarentena, antes de un estratégico aislamiento. Por otro lado, recién al día 55, Vizcarra se dio cuenta que el mayor foco infeccioso estaba en los mercados y transporte público, pero ya era tarde, lo que debió prevenir en la primera semana, recién lo advirtió al tercer mes. Todo esto sin contar con un toque de queda desde las 6 de la tarde, que originó aglomeraciones en bancos, farmacias y supermercados. La torpeza fue moneda común del Jefe de Estado, al punto de exhibir su figuretismo en la televisión al mediodía. Cuando las cosas le empezaron a salir mal, no tuvo mejor idea que echarle la culpa a la gente, por: “irresponsables y tercos”. “Hubo necedad” terminó de espetar. No señor Vizcarra, no hubo necedad de la gente, lo que hay es necesidad de la población, que tiene que salir a trabajar para ganarse el pan y alimentar a su familia día a día, mientras usted acuarentena a la población, encerrándola para ver destruir la economía de todos los peruanos, que nos costó sacrificio los últimos 25 años. Lo que debería hacer usted es un mea culpa, y reorientar su política sanitaria y de reactivación económica, de lo contrario será el culpable del desorden social y el caos de un Perú que recibió con cifras en azul.
(*) Congresista de la República
