Por: Omar Chehade / Pato rengo o pato cojo (lame duck, en inglés) es la denominación que se le da a un gobernante, en especial a un presidente de una nación o jefe de estado a quien se le aproxima la fecha en que debe dejar el cargo (incluso ya hay presidente electo que lo va a reemplazar) o, en un segundo caso, a un presidente que por sus calidades inmorales, actos graves de corrupción o pésima gestión ha perdido legitimidad para seguir gobernando los destinos de un país.
En ambos casos, su autoridad ante la nación es nula o mínima. En sentido literal la expresión hace referencia a un pato que no es capaz de seguir el ritmo de la bandada, y que, consecuentemente, se convierte en blanco de los depredadores. En general, los gobernantes “pato rengo” tienden a ver disminuido su poder político, ya que incluso otros gobernantes que han sido elegidos se sienten menos propensos a cooperar con ellos. Esta expresión de doctrina política “pato cojo” o “pato rengo” es muy usada en los Estados Unidos, y se remonta hasta el año 1926 para referirse al presidente Calvin Coolidge, al que el periódico de Wisconsin “Appleton Post Cresent” le dedicó un artículo llamado: “Making a lame duck of coolidge”.
Luego se hizo más famoso cuando después de la muerte del presidente Abraham Lincoln, cuando su sucesor Andrew Jhonson, tras la disputa con el coronel Forney, entonces secretario del Senado, dijo que “no quería discutir con “patos muertos” (dead ducks). La semana pasada en mi intervención en el hemiciclo cuando se debatía la moción de vacancia del presidente, Martín Vizcarra por incapacidad moral permanente, justamente, haciendo referencia a la doctrina política de los Estados Unidos, señalé que: “el presidente Vizcarra era un pato cojo”, porque estaba deslegitimado para seguir gobernando el Perú, por haberle mentido sistemáticamente a la nación, por haber obstruido a la justicia, por haber coaccionado testigos, y falseado testimonios en contra del esclarecimiento de los hechos que investiga el Congreso y el Ministerio Público.
Un pequeño grupo de defensores del presidente con ignorancia supina, otros adrede, nos criticaron diciendo que la frase “pato rengo” atribuida al mandatario tenía una dosis de doble sentido y de discriminación sexual, lo cual no solo es absurdo, sino que la tesis se desdibuja cuando alguien ve el contexto de mi intervención de siete minutos. Y a propósito de lo que procesa en este momento el Tribunal Constitucional para calificar la conducta de Vizcarra, el suscrito alega incapacidad moral del presidente Vizcarra, pues como señalaba, Enrique Bernales: “quien ejerce la presidencia o un alto cargo de función pública, la exigencia de una conducta ejemplar no se agota en el cumplimiento de las leyes, sino que le obliga a no ser alcohólico, acosador sexual, consumidor de drogas, mentiroso, no denigrar a las personas, coprolálico, etc.
Cualquiera de estas conductas serían impropias, por tanto inaceptables en un presidente que tendría que ser vacado, pues sus actos no solo lo denigran como persona, sino que ofenden al país, al ser contrarios a la moral y a las buenas costumbres”. Por ello, el Congreso que emana de la voluntad popular tiene la capacidad de vacar al presidente inmerso en conductas que, sin necesariamente, ser delitos, afectan gravemente a la dignidad de los ciudadanos. Se trata, como lo dije en el debate en el Hemiciclo, de una sanción política aplicada por un órgano emanado de la voluntad popular (Parlamento) y autorizado constitucionalmente según sus atribuciones de control político. Como bien lo dice el profesor Domingo García Belaúnde, “la vacancia es una sanción política, la vacancia por incapacidad moral es algo breve, con un debido proceso, pero tramitable en pocos días. Lo inmoral es un tema que no se condice con la investidura del presidente y sin necesidad de mayores pruebas sino solo que causen convicción, que no es judicial, donde se cumple enviándole al presidente los cargos para que haga sus descargos en el pleno del Congreso con su abogado, antes de la votación final”.
Finalmente, Enrique Chirinos Soto, decía que: “en cuanto a las razones para la vacancia por incapacidad moral se advierte según el texto constitucional, la supremacía del Congreso sobre el presidente, quien puede cometer actos que, sin ser delitos, tengan carácter desdoroso por la alta magistratura que desempeña”. En síntesis, este es el lamentable caso del presidente peruano Martín Vizcarra, que por incapacidad moral queda deslegitimado ante la población para gobernar, convirtiéndose en un pato rengo.
(*) Ex Vicepresidente y Congresista de la República
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