Por: Ricardo Escudero / ¿Dónde está la respuesta al silencio de las calles?

por | Jun 30, 2022 | Opinión

Durante quince días he revisado en cuantos portales, páginas web, redes sociales y prensa peruana de diversas modalidades (escrita, radial, señal abierta, cable, etc.) las opiniones y comentarios de ciudadanos que expresan con fastidio, cólera, malestar creciente y angustia en muchos casos, todo lo que nos viene afectando como país: un gobierno impopular, un presidente que miente y manipula con supuestos errores en sus expresiones provocadas para distraer el centro de la atención, un primer ministro que revela problemas de mentalidad y odio guardado a lo largo de su vida, ministros que hacen militancia por lo absurdo, autoridades que se callan y permiten el latrocinio, la corrupción y la impunidad, congresistas que conspiran en reuniones para promoverse como posibles presidentes “de reemplazo”, al estilo Paniagua o Sagasti (no siendo necesariamente cabezas del poder legislativo), una prensa sometida a su bajeza y suciedad –no tengo más palabras- y, en el otro extremo, pocos congresistas haciendo su labor y sembrando esperanzas y luces en la oscuridad que vivimos, pero  divididos y enfrentados en sus propias colectividades políticas porque hacen sombra de los que se sienten predestinados para ser algo, o quizás, alguien.

Rodeando la escena, los peruanos y sus familias se esfuerzan por sobrevivir en una absurda crisis económica, alimentaria y de salud en especial, crisis inmerecida que destruye todo esfuerzo y trabajo. ¿Por qué absurda? Porque tenemos todo para estar mejor y aprovechar la coyuntura, pero lamentablemente nos gobiernan incapaces para la gestión, delincuentes para las finanzas, peseteros de la prensa y mercenarios de la “nueva política” que se hace vieja guarida de bribones en el país de los miedos y silencios masivos.

Te pegan a diario Perú, te quitan tu trabajo, castigan tus ingresos, roban tu salario de cada jornada, ¿Y no te molesta de la boca para afuera, de las manos a los puños?

La paciencia no se encuentra en el horizonte perdido del fin de cada día, allá a lo lejos, allá en lo inalcanzable. Parece que no nos damos cuenta que en cada ciudadano, en cada familia están las respuestas y las acciones necesarias para lograr una mejor democracia y una mayor libertad, pero nos quedamos en silencio, miramos en silencio, aceptamos en silencio todos los golpes y cada puntapié. ¿Es así? Pues está muy mal.

He contado más de 1,000 voces destacables en las redes, voces con palabras de muchos y el rostro de todos. Esas voces tienen que unirse y convertirse en la espada de la reivindicación nacional, tienen que ser una fuerza de conquista primero en sus casas, en sus trabajos, en el colegio y la universidad, en el mercado o en el paradero de ómnibus. Falta convertir las letras en palabras y las palabras en conversación constante, diálogo popular, movilización nacional.

No seamos “inteligentes y lúcidos escritores de las redes” e ignorantes ciudadanos en las calles, porque estamos incompletos si se piensa así.

Los más jóvenes nos necesitan con urgencia, ¡Vamos con ellos!


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