El compromiso global de conservación conocido como la meta «30×30» es una oportunidad crítica y colectiva para abordar la crisis ambiental que enfrentamos. Este compromiso establece que al menos el 30% de las áreas terrestres y marinas del mundo deben estar protegidas y conservadas para el año 2030.
Sin embargo, el Perú, a pesar de ser un país megadiverso, aún no ha alcanzado este objetivo. Actualmente, protege solo el 17.90% de su territorio terrestre y el 7.76% de su territorio marino a través de áreas naturales protegidas, quedando rezagado en relación con esta ambiciosa meta. Para acercarnos a este objetivo crucial, es imperativo que el Perú tome medidas concretas y decididas para fortalecer su sistema de conservación.
En primer lugar, es necesario cerrar los procesos pendientes para consolidar el sistema de áreas protegidas, incluyendo la categorización de zonas reservadas. Aunque estas zonas reservadas suman al porcentaje de cobertura, son aún áreas de protección transitorias y no definitivas.
La culminación de estos procesos aseguraría una protección más sólida y perdurable de los ecosistemas. Además, es fundamental completar los procesos de establecimiento de nuevas áreas protegidas que han estado en espera durante años.
Por ejemplo, la creación de la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau sería de vital importancia para proteger los ecosistemas marinos en el norte del Perú, una región de gran importancia en términos de recursos hidrobiológicos.
Esta reserva no solo contribuiría a la conservación de la biodiversidad, sino que también tendría un impacto positivo en la seguridad alimentaria y la sustentabilidad de las comunidades locales.
Otro aspecto clave para acercarnos a la meta del 30×30 es identificar y proteger aquellas áreas que podrían calificar como Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas (OMEC) fuera de las áreas naturales protegidas establecidas.
Esto implica reconocer y respaldar los esfuerzos de conservación llevados a cabo por comunidades locales, organizaciones no gubernamentales y otros actores en áreas fuera del sistema formal de protección.
Estas áreas pueden desempeñar un papel crucial en la conservación de la biodiversidad y deben ser integradas en la estrategia de conservación nacional. En el ámbito marino, es fundamental mejorar y ampliar la protección de los ecosistemas marinos. Esto incluye la creación de nuevas áreas marinas protegidas y la implementación de estrategias de manejo sostenible de los recursos marinos.
La conservación marina no solo es vital para la biodiversidad, sino que también desempeña un papel crucial en la mitigación del cambio climático y en la resiliencia de las comunidades costeras.
Es importante reconocer que alcanzar la meta del 30×30 no es solo una cuestión de cumplir con un objetivo internacional, sino que también es esencial para garantizar un futuro sostenible para las generaciones presentes y futuras.
La conservación de la biodiversidad no solo protege la riqueza natural del país, sino que también contribuye al bienestar humano, la seguridad alimentaria y el desarrollo económico.
Por lo tanto, es responsabilidad de todos los sectores de la sociedad, incluyendo al gobierno, la sociedad civil, el sector privado y las comunidades locales, trabajar juntos para alcanzar esta meta ambiciosa y urgente.
(*) Abogada especialista en Derecho Ambiental.