Por: Yorry Warthon Cortez / El gobierno de Martín Vizcarra pasa a la historia por su improvisación, incapacidad e indolencia comprobada. Lambayeque e Iquitos revelan el fracaso de una administración degenerada. Una que elige el control por medio de encuestas manipuladas, antes que la ejecución de un plan pragmático para salvar vidas. El tratamiento de la crisis pandémica ha sido un completo fracaso. La prensa internacional exhibe al Perú por su mal manejo sanitario. ¿Quiénes son los culpables? Víctor Zamora reúne las distinciones para ser condecorado. Sólo basta con echar un vistazo a las condiciones infrahumanas en que se “atienden” a los pacientes COVID-19 en las regiones Lambayeque y Loreto. El rosario de cadáveres expuestos al aire libre, sin cumplir los protocolos proclamados por el propio Zamora, es un espectáculo escalofriante que refleja el resultado de un gobierno que nos traiciona constantemente. Pese a todo, y a riesgo de más vidas perdidas, el gobierno central eligió mantener a Víctor Zamora en la cartera de salud. Un tipo que, según diversos comentarios en redes, es calificado como un ser despiadado. Y no es para menos. Sus declaraciones últimas en “Exitosa Noticias” revelan -una vez más- que estamos frente a un ministro sellado por la indolencia y profundamente hundido en su ideología.
Declarar que los profesionales de la salud son “igual de ciudadanos que el resto de personas”, y que por ello resulta dificultoso definir qué paciente tiene prioridad para ser trasladado a Lima pone en evidencia a Zamora como alguien carente de compasión, empatía y sentido de liderazgo. Emocionalmente desequilibrado y con rasgos psicopáticos, son diagnósticos que tranquilamente cualquier especialista en salud mental podría concluir si se evalúa su desempeño integral hasta hoy. Esto le ha valido que gremios médicos exijan su inmediata renuncia a la Orden Médica. Sumémosle a ello su obstinada y obsesiva inclinación por las pruebas serológicas antes que las moleculares, las estrategias ideológicas por encima de cualquier plan pragmático para reducir contagios, desidia al decidir sobre la evacuación de pacientes de coronavirus, déficit en la adquisición de equipos de protección personal (EPP), balones de oxígeno vacíos y mal entregados, prohibición al trabajo de personas con sobrepeso, declaración del día del lavado de manos. En fin, la lista no se detiene. Tales perlas, siempre confeccionadas por su equipo de “científicos sociales”.
A tenor de esto, vale preguntarse ¿Por qué el ministro de salud convocó a sociólogos antes que especialistas infectólogos, biólogos, epidemiólogos para atender la emergencia sanitaria por pandemia COVID-19? Solo un tipo afiebrado por la ideología progremarxista y confeso activista puede descartar a tales especialistas y elegir el camino del proselitismo en medio de un Estado de Emergencia. Lo cierto es que Víctor Zamora debió irse hace mucho. Su paso por el Ejecutivo ha significado vidas perdidas y familias destrozadas por completo. Hoy corresponde investigarlo y apresarlo -de ser el caso- por el concurso real de delitos que de su gestión pueden determinarse. Las pruebas están.
*Abogado y Analista Político