Por: Yorry Warthon / Hoy se cumplirían los primeros quince días del estado de emergencia que inicialmente impuso el gobierno. La reactivación económica del país sería el titular de todos los medios de comunicación. Sin embargo, al Perú le esperan quince días más de emergencia sanitaria. Resistir, por el momento, es el único camino.
Una vez concluidos los treinta días de confinamiento y toque de queda (hay que decirlo con todas sus letras; sin eufemismos) las consecuencias económicas serán una catástrofe, sin precedente contemporáneo. Así pagamos con creces la factura de una serie de desaciertos del Ejecutivo.La displicencia inició mucho antes de la ebullición del célebre virus chino.
El dispendio multimillonario que realizó la cartera de Vizcarra en obras totalmente prescindibles; Panamericanos, Refinería de Talara, Gasoducto del Sur, etc. Además de onerosos presupuestos en consultorías, encuestas y publicidad estatal, son recursos que hoy servirían para atender la emergencia sanitaria y para atenuar el inevitable Impacto económico.
El sector salud ya presentaba hondas falencias en esta gestión. Recordemos las denuncias por bebés fallecidos en el norte a falta de incubadoras. Las constantes quejas del personal de salud por la falta de recursos para desempeñar su labor. Se trata siempre de un sector a la deriva con cambios de ministros, sin un norte claro. La opinión pública tiene presente que en plena emergencia se removió a la ministra de salud, y se nombró un ministro sin mayor palmarés, pero muy activo y políticamente agresivo en Twitter.
Recordemos que Vizcarra -en enero del 2019- prometió para ese mismo año la entrega de 80 nuevos hospitales. Resultado:no se construyó ni uno. Es claro que al menos la cuarta parte de esa promesa serviría para atender esta grave emergencia sanitaria.
Sin embargo, la actual administración destinó esfuerzos y recursos en gastos que hoy son inútiles ¿para qué nos sirven las encuestas, consultorías, publicidad? ¿de qué sirven hoy los millones de soles gastados en cuidar los tubos de Odebrecht del gasoducto? hay muchos cuestionamientos que la prensa ha decidido no hacer respecto al dispendio de este gobierno y al descuido de la salud pública.
Dispendio que continua con la adquisición de mascarillas (resulta que nuestro país gasta más que cualquier otro en la región), y asimismo en la insistencia con la compra de pruebas no moleculares para detección del Covld-19.
Lo más grave -de comprobarse que es cierto- fue el ofrecimiento del gobierno chino de donarnos un arsenal de pruebas para el Covid-19, donativo que fue rechazado porque «el Perú ya tenía proveedores». Un delito que linda con la traición al pueblo peruano.
Poco sirven las presentaciones televisivas diarias en cadena nacional, solo para dar «resultados» que no son propios de la gestión, como la disminución de la delincuencia en 84% o que la contaminación haya disminuido y que las aves vuelven al litoral.
El sector salud está enfermo hace mucho. Hoy la crisis del Covid-19 lo ha enviado al respirador artificial. Sobrevivir a la enfermedad de la desidia y al anhelo de inescrupulosos que lucran en momentos que el país se sacrifica es la meta.
(*) Abogado