Por: Yorry Warthon / Que la gente en nuestro país tiene el umbral del sacrificio muy alto. Qué duda cabe. La experiencia nos ha demostrado que las crisis deben ser superadas con estoicismo y resiliencia. Otro camino, no hay. Venderle al peruano una ruta diferente es contarle una película de ficción producida por Quentin Tarantino.
Recordemos que las generaciones anteriores resistieron dictadura militar, hiperinflación, terrorismo, epidemia del cólera, corriente del niño, entre otras grandes crisis. Esas generaciones demostraron aplomo y tenacidad colectiva. Pero seamos claros, jamás hemos enfrentado una crisis como esta pandemia. No hay precedentes.
Es claro que no existe fronteras para el virus chino. Y es claro también que no estamos en condiciones de retocar los daños y hacer un comparativo con nuestros pares en la región (LATAM). Esto nos ha explotado por dentro y ha traspasado los límites de salubridad, inclusive. Se trata de una hecatombe nacional que ha desnudado la putrefacción de nuestro sistema público en todas sus aristas.
Recurrimos a las declaraciones de los altos funcionarios del gobierno para encontrar una pisca de esperanza, y encontramos a un genio, el Premier Vicente Zeballos. En una de sus últimas declaraciones, él afirma lo siguiente a un medio local: «todas las actividades de índole social van a quedar postergadas de manera indefinida». Por extensión de interpretación elemental, podemos entender que establecimientos/negocios tales como cines, teatros, eventos sociales, restaurantes, cafés, centros comerciales, gimnasios, entre otros; todo local o actividad que congregue a varias personas quedará proscrito.
El Premier añadió: «avizoramos un país marcadamente diferente, no solo desde el ámbito económico e institucional, sino también en reformas culturales». Vicente Zeballos mágicamente nos avizora el futuro, pero no nos cuenta qué soluciones se han diseñado para paliar las consecuencias que esto traerá.
Por ejemplo, cómo enfrentar la afectación emocional que ya nos castiga. Al no haber espacios de distracción o esparcimiento, además del persistente temor al contagio, las personas serán proclives al estrés colectivo. La salud mental debe imponerse en agenda nacional. Veo a pocos hablando de esto.
En perspectiva laboral, la postergación de la actividad económica en relación a los negocios afectados elevará la tasa de desempleo. Tendremos a trabajadores intentando recurrir a la SUNAFIL para denunciar a empresas ya quebradas. Negocios sin un plan para reestructurarse, y renacer en medio de la crisis.
En el ámbito económico, las medidas reactivas de liberar parte de la CTS o parte de sus aportes en las AFP, son soluciones para que la gente se salve con su propio dinero. Pero no hay un plan de rescate y reactivación económica como país. No hasta el momento. No uno eficaz, al menos.
Ni en la época más oscura del terrorismo se paralizó tanto el país, nunca cerraron tantos negocios. No vimos tanta gente atrincherarse en sus hogares como pasa ahora.
Esta cuarentena no representa el final de la pandemia. Los peruanos debemos preocuparnos por preservar nuestra salud, y además por subsistir decorosamente con las nuevas reglas de juego.
*Abogado y Analista Político