La ministra de Cultura, Leslie Urteaga, llegó de forma improvisada a Puno, pese a sus intentos por pasar desapercibida, fue echada en medio de insultos de todo calibre. Ella dejó la ciudad poco antes que dirigentes de gremios le dieran alcance para hacerle un plantón para lanzarle tomates y pintura.
La titular del sector Cultura arribó a la ciudad del lago custodiada por decenas de agentes policiales y solo llegó hasta la cancha deportiva del Arco Deustua, lugar donde se concentraron delegaciones de danzantes organizados por la prefectura de Puno, el cual depende del Ministerio del Interior. La presencia de los bailarines fue para dar vida a la tradicional entrada de Kapus, a través del cual se rememora los indicios indígenas de la festividad Virgen de la Candelaria.
Leslie Urteaga estuvo en todo momento acompañada solo de la prefecta Franssi Guerra Maron. Ninguna autoridad política estuvo presente. No solo no la iban a recibir públicamente, sino que semanas atrás diversos dirigentes y autoridades habían advertido que la presencia de cualquier funcionario del Gobierno central era una provocación.
Urtega, llegó vestida de civil para pasar desapercibida, esperó que todas las delegaciones se presenten en el pasacalle, y cuando abandonó el recinto deportivo, fue pifiada e insultada.
«Gobierno asesino, chau», «Vete de Puno», «Lárgate», «Asesina», «Corrupta», «¿Qué cosa quiere acá?», «Lárgate de Puno, asesinos», «¿Para qué vienes a Puno?», fueron algunas frases que profirieron los vecinos y testigos contra la ministra.
Urtega solo logró dialogar con un periodista cuando surgieron los insultos. Detalló brevemente que espera volver a Puno para los festejos por la Candelaria.
Seguidamente, Urteaga, abandonó la ciudad de Puno a tiempo porque dirigentes de gremios y mercados se organizaban para lanzarle tomates y pintura porque consideraron su presencia como una provocación.