Por: Rosa Bartra
¿Alguien duda de que, desde la segunda década del siglo pasado, la voz “derecha” fue satanizada y encerrada en la defensa de los intereses de los ricos en el Perú? El mecanismo fue diabólicamente efectivo. Uno a uno, los políticos empezaron a avergonzarse de ser de derecha y, progresivamente, dejaron en manos de la izquierda -especialmente la comunista- el monopolio de la búsqueda de justicia social.
¿Alguien ignora que la izquierda -especialmente la comunista- condenó a grandes porciones del país a vivir culpando a otros de sus limitaciones y fracasos, así como se aseguró de dotarlas de una actitud derrotista y victimista frente a la vida? Ella nos metió en el círculo vicioso de los fracasados sociales.
No para siempre, gracias a Dios. Las reformas económicas de 1993, que liquidaron el intervencionismo estatal en la economía nacional, hicieron una voz interior se alzara para decirnos: «Tú puedes cambiar tu vida, tú puedes diseñarla y tú puedes transformarla. Nadie más que tú es responsable de tu propio destino y de tus decisiones». El ser humano dejó de ser el objeto de una maquinaria social que lo reducía y oprimía, y se convirtió en el sujeto que lleva en sus manos las riendas de su propio destino.
Muchos se equivocaron al juzgar los fenómenos que se produjeron a mediados del siglo pasado, cuando grandes olas migratorias trajeron a miles y miles de provincianos a Lima. También erraron al interpretar el mensaje que la informalidad traía consigo. No eran el Perú y los peruanos mendigándole al Estado y al hombre providencial la solución a sus problemas. Eran un pueblo y unos seres humanos dispuestos a resolverlos por sí mismos, al tiempo que sobrepujaban las limitaciones impuestas por el poder estatal.
La reciente expansión de la clase media, a la que los ideólogos y políticos de izquierda -especialmente comunista- querían desaparecer para crear la dualidad burguesía-proletariado, recompuso la poderosa corriente histórica denominada “derecha popular”. Hoy, los hombres y mujeres que respetamos el derecho ajeno y defendemos nuestros derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad recobramos voz y presencia en la escena política.
¿Cuáles son los principios que defendemos en la “derecha popular”? Son tres, a saber: 1) La defensa al derecho a la VIDA (presupuesto de todos y cada uno de los demás derechos); 2) La defensa dela LIBERTAD (de pensamiento, opinión y expresión, de credo, delibre desarrollo de la personalidad y de empresa); y 3) La defensa dela PROPIEDAD PRIVADA (el individuo es dueño de la riqueza y el patrimonio que produce y nadie, ni siquiera el Estado puede violentarlo).
La derecha popular es de los emprendedores y promueve el mérito. Defiende la competencia porque realiza la libertad de elegir lo mejor y premiarlo con el consumo. Estimula y desarrolla el talento y las capacidades individuales. Premia el esfuerzo. La derecha popular quiere al individuo libre del yugo estatal en su vida, defiende la fe en Dios, ama a la Patria y lucha por la familia. La derecha popular sabe que el capitalismo no es el mejor sistema, pero es el que, hoy por hoy, permite la movilidad social y la posibilidad y -hasta la probabilidad- de salir de la pobreza con voluntad, trabajo y esfuerzo.
La derecha popular NO es la derecha de las élites ricas que defienden su mezquino interés económico, político o social, es el fenómeno que abraza a todo aquel que CREE y CONFÍA en sus propias capacidades, en su fuerza creadora y en sus decisiones conscientes. Es el fenómeno de quienes buscan liberar la fuerza creadora del pueblo y alcanzar la felicidad y el desarrollo como seres humanos en una sociedad justa y ordenada. La derecha popular es del que trabaja para su desarrollo y el de su país; del médico, policía, o vendedor ambulante que está convencido que con educación, salud, justicia y seguridad tendremos una sociedad justa, armoniosa y democrática.
Ya no más. Ya no tememos ni temeremos decir: «Yo soy de derecha popular».