Por: Martín Valdivia Rodriguez / Pese a sus desesperados intentos por permanecer en el cargo (que incluyó el pago de 34 mil soles a un asesor de prensa por concepto de “media training”), el señor Daniel Schmerler renunció ayer al cargo de presidente del Consejo Directivo de Osinergmin, tras su lamentable desempeño en el incendio de Villa El Salvador provocado por un camión cisterna que transportaba gas licuado de petróleo.
Al señor Schmerler no se le ocurrió mejor idea que contratar a un “asesor de comunicación” con la finalidad de “responder sin responder” a los requerimientos de la prensa, muy mortificada luego de conocerse que Osinergmin no hizo absolutamente nada para evitar que ese camión rodara por toda la ciudad de Lima como una verdadera bomba andante. Lo curioso del caso es que el “media training” sólo duró dos horas, según certifica el registro de visitas de esa entidad. Es decir, dos horas de “asesoría” que nos costó a todos los peruanos 34 mil soles. Sí, a todos los peruanos porque ese dinero es público y no del señor Schmerler, como es de suponer.
Lejos de cumplir con su deber de esclarecer ante la opinión pública y los deudos hasta ahora de los 24 fallecidos, los motivos por los cuales Osinergmin no fue cautelosa en su fiscalización, el renunciante presidente de esa institución pública se encargó de lavarse las manos echando la culpa a terceros, incluyendo al propio chofer del camión cisterna al que acusó de haber manipulado mal la válvula del tanque repleto de gas licuado.
Es decir, el señor Schmerler se asesoró con la única finalidad de exculparse ante sus negligencias y echar la culpa a otros. Una estrategia que no soportó mayores cometarios y culminó con su renuncia la tarde de ayer. Ahora que la justicia haga su parte y no deje de juzgar a este señor pese a que, con su renuncia, intente evadir los requerimientos de la misma. Él tiene que responder por qué mandó a efectuar un “informe” cuando el camión ya había provocado la desgracia que provocó.
Osinergmin señaló que la desgracia se debió, principalmente, a dos razones: el mal estado de la vía y la negligencia de la compañía y sus operarios. “El vehículo estaba certificado y cumplía los requisitos para transportar material peligroso”, o sea, con ellos no era la cosa. Y aquí viene la pregunta del gran bonetón: “¿yo señor?..no señor!! Una burla al país que felizmente culmina con la renuncia de este funcionario. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
