Por: Aníbal Quiroga
El discurso presidencial pronunciado en el hemiciclo del Congreso en la asunción del mando por parte del señor Castillo ha dejado insatisfecha a la mayoría de la ciudadanía, incluyendo a los sectores progresistas que se habían aupado con gran alegría y poco rigor, sin darse cuenta que estaban dando cabida al sector más radical de la izquierda nacional.
Más allá de las serias omisiones y de los vacíos que ha tenido, quisiera resaltar dos aspectos que parecen clamorosos.
En primer lugar, pretender que los jóvenes llamados ‘ninis’ (ni trabajan, ni estudian) sean obligados a cumplir Servicio Militar Obligatorio no solo viola la libertad personal, al pretender obligarlos a realizar el SMO que ya ha sido superado hace mucho tiempo a partir del Servicio Militar Voluntario, y que proscribe las levas y el reclutamiento forzoso, sino que colisiona con la Convención Americana de Derechos Humanos, porque nadie puede ser obligado a un reclutamiento forzoso.
Asimismo, da una visión retrógrada de lo que es el servicio militar, ya que no lo muestra como un aporte a la patria sino como un reformatorio, convirtiendo a militares en reformadores de menores y reconductores de conducta de jóvenes que no tienen trabajo y que no estudian.
Por otro lado, pretender masificar o extender las rondas campesinas a todo el país, también implica una grave colisión con la Convención Americana de Derechos Humanos, por lo cual llamamos la atención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ha sido tan presta para sancionar al Perú en otras ocasiones, como últimamente con el tema de magistrados a ser elegidos por el Congreso para el TC.
Sino además porque las rondas campesinas aplican castigo físico y eso está proscrito. Dice la Convención Americana que ninguna persona puede ser sometida a tratos humillantes, degradantes o maltratos físicos y la esencia de las rondas es aplicar castigo físico directo, lo que colisiona con la Convención Americana y es notoriamente inconstitucional.
Detrás del tema de las rondas campesinas y su pretendida masificación se esconde sin esbozo crear una guardia civil, una milicia ciudadana, que armada de machetes, chicotes y hasta armas de fuego va a servir como guardia pretoriana al gobierno de turno, lo cual colisiona con nuestro sistema jurídico nacional y deja de lado a la Policía Nacional en la tarea que tiene para resguardar el orden público y la seguridad ciudadana.