Por: Antero Flores-Araoz
Soy consciente que millones de compatriotas estamos hasta la coronilla con el tema del coronavirus. Algunos medios no hacen otra cosa que atosigarnos con la misma repetitiva información, como diciéndonos a los ciudadanos: se lo repetimos a ver si de una vez lo entienden. El asunto es gravísimo, se trata de una pandemia que afecta a todo el globo y que debe ser enfrentada responsablemente por todos, no es de exclusiva responsabilidad del Gobierno, todos tenemos algo que hacer y mucho que omitir, pero sobre todo ¡obedecer!, para no contagiarnos ni contagiar a terceros.
Al igual que se tiene que repudiar a quienes no han estado cumpliendo con las restricciones de movilización y cuarentena en sus hogares, también debemos repudiar a quienes con ansias de figuretismo irresponsable, tomaron decisiones abusivas, además de ilegales, como cierto alcalde que pretendió cerrar su distrito, como si se tratara de un asunto de focalización citadina y no nacional; o de la SUNAFIL, que imitando al fiscal Pérez, llegó a un conocido club social y deportivo capitalino, con toda la prensa y parafernalia que pudo conseguir, para armar un escándalo donde no había infracción alguna. Solo le faltó llevar waripoleras y, hasta quizás, revivir a las famosas geishas de los años noventa.
Sin embargo, es bueno destacar la labor sacrificada y muy esforzada de los profesionales y auxiliares de la salud, como son médicos, tecnólogos, enfermeros, y socorristas, que exponen su integridad e incluso sus vidas, para atender a quienes han sido atacados por el coronavirus, o para evitar que otros se contagien.
Al igual que tenemos que agradecerles a los antes mencionados, también debemos destacar la labor de policías, miembros de nuestras Fuerzas Armadas, bomberos, personal de la defensa civil y de serenazgo, entre otros, quienes tienen a su cargo la custodia del orden público y la seguridad de la población, haciendo que se cumplan las disposiciones gubernamentales, para evitar en lo posible la propagación del coronavirus, que puede causar tanto o más estragos que un conflicto mundial.
Es igualmente destacable el compromiso de gran parte de la ciudadanía, que se ha unido en sus plegarias para rogar por un desenlace soportable del problema que, a todos, de una manera u otra nos afecta. Haber observado a miles de miles de personas estar en ventanas y balcones o a las puertas de sus hogares, vivando y aplaudiendo a los profesionales de la salud y a las fuerzas del orden, que nos cuidan hasta cuando descansamos, nos renueva la fe en los seres humanos, que saben unirse en los momentos más difíciles.
No podemos olvidar en la gratitud, a nuestras autoridades gubernamentales, que para sorpresa de muchos, vienen haciendo en esta emergencia sanitaria una labor sumamente importante y con entrega patriótica.
Y, si de agradecimiento se trata, la prensa seria, que también la hay, tiene un destacadísimo lugar en el reconocimiento ciudadano al informarnos sobre el avance de la pandemia y las acciones para su contención.