Durante muchos años, los radicales que quieren sustituir la Democracia por el autoritarismo de corte populista, que somete a los países y sus ciudadanos a la absurda tesis de la igualdad en todo, lejos de lograr el ascenso de las poblaciones al bienestar y mejor calidad de vida, lo que han logrado es igualar hacia abajo, haciendo que existan muchísimos más pobres, aunque con la salvedad que los jerarcas del cambio, viven como reyes y disfrutan de mejores condiciones de vida y, por lo demás muchas veces actuando corruptamente, con abultados depósitos en paraísos fiscales.
El armamento que emplearon los actores a los que nos hemos referido, es la violencia, la conquista del poder con armas letales, sometiendo a las poblaciones a los dictados de los autócratas, al ser doblegados y avasallados.
Como los ciudadanos pueden ser miopes, aunque no ciegos, pronto se dan cuenta de las intenciones de los que se llaman revolucionarios y los enfrentan, lo que los ha obligado a buscar otro tipo de armamento para el sometimiento y, tal armamento no es otro que el uso de los mecanismos democráticos para llegar al poder. Se insertan en dichos mecanismos para asumir el poder y luego destruyen la Democracia.
Si bien cuando se utilizaba como arma la violencia, para ello los países que ya habían sido capturados, fueron los que ayudaron a otros países a ingresar en los senderos perniciosos a los que nos hemos referido, pero con el correr del tiempo, hoy en día los grupos que antes se denominaban revolucionarios, se definen simplemente como reformistas, pero planifican internacionalmente la captura del poder en los países democráticos.
La planificación concertada de los partidos políticos que esconden sus reales intenciones de toma del poder para nunca dejarlo, se reúnen en diversos organismos, como el Foro de Sao Paulo, bajo el supuesto de combatir el neoliberalismo en América Latina y el Caribe, pero escondiendo que con la creación de riqueza hay mejor calidad de vida, menos pobreza, más trabajo y mayor recaudación tributaria para que los estados cumplan con sus obligaciones.
Como ya fue muy visto el Foro de Sao Paulo, fue creado el “Grupo de Puebla”, con similares intenciones, aunque sus integrantes en lugar de ser organizaciones políticas, son personas naturales de ideas supuestamente reformistas, pero que quieren lo mismo del Foro primeramente mencionado.
En el Diálogo Interamericano, creado como un organismo para lograr el crecimiento y bienestar de los países al sur de los Estados Unidos de América, este último país fue perdiendo liderazgo y discurso y, poco a poco, fueron admitidos sujetos surgidos de los movimientos violentos como también de individualidades que escondían sus torvos propósitos bajo el ropaje del reformismo socialista.
Desde enero de 1993 existe el “Pacto de Princeton”, en que el “Foro de Sao Paulo” estuvo representado por Lula Da Silva y el “Diálogo Interamericano” por Hernando Henrique Cardoso y, con el correr del tiempo la conducción fue tomada desde el falso reformismo.
Lo cierto es que hay sustitución de armas letales, por otra supuestamente democrática, pero que con el paso del tiempo es más tóxica que la primera. Advertidos estamos.
