El equipo de Scariolo juega este domingo ante la poderosa Francia su cuarto título continental después de asombrar por el gran rendimiento de un equipo con siete novatos en una gran cita.
El gesto serio y el caminar apresurado de Sergio Scariolo después de batir a Alemania en Berlín en las semifinales del Eurobasket solo significaba una cosa: Francia. El seleccionador apenas concedió unos segundos de celebración a sus ayudantes antes de comenzar a preparar la final de este domingo contra la selección francesa. La confianza rebosa en una selección con siete de los 12 jugadores de la plantilla novatos en una gran cita: Juegos, Mundiales o Europeos.
Las pocas horas de vuelo las ha suplido el grupo tendiendo la mano a cada compañero, arrimando el hombro en la defensa, saltando más que nadie, corriendo y presionando como si fuera la vida en ello. “Hemos de llevarlos a los cinco últimos minutos. Entonces no será cuestión de centímetros. Ganará el que más huevos tenga. Y a huevos a este equipo no le gana nadie”, arengó Scariolo a sus muchachos antes de la semifinal ante Alemania.
España ha saltado cada muro por más alto que fuera. Remontó ante Lituania para superar los octavos en la prórroga; volteó 15 puntos contra Finlandia en los cuartos; y congeló el Mercedes-Benz Arena con una exhibición de juego y personalidad ante la anfitriona Alemania. Paso a paso la admiración hacia lo conquistado ha sido mayor, dentro y fuera del grupo, por el qué y por el cómo.
España no solo se ha asegurado su séptima medalla consecutiva en un Eurobasket, sino que hoy besará el oro o la plata con un equipo de meritorios, un ecosistema lejos del estrellato de otras épocas. Sin tanto talento, pero con el sudor multiplicado. En España, la estrella ha sido el equipo, y de la aventura volverá un puñado de jugadores muy revalorizados, tanto en su próximo papel en los clubes como de cara a las siguientes citas de la selección.