Hacen pocas semanas concurrí a un velorio, a fin de despedir a la fallecida y orar por ella. Al expresar mis condolencias al esposo ya viudo, me dijo que “no entendía como alguien que consideraba sensato hubiese estado involucrado en la Política”.
Cómo comprenderán, por la motivación de mi visita y respetando el luto del contertulio no le contesté, pero me quedó un mal “sabor” por decirlo en alguna forma que no se sienta agresiva y, le estuve dando vuelta al asunto, llegando a la percepción que lo dicho por mi amigo no era de su exclusividad, sino la sensación de mucha gente.
En otras circunstancias, seguramente le hubiese contestado que, si las personas sensatas que están en Política, no lo estuvieran, seguramente estaríamos en una crisis muchísimo mayor que la que venimos sufriendo.
Le hubiera agregado como respuesta, que cuando se dejan espacios vacíos y la gente sensata no se compromete, los espacios vacíos se llenan y, se llenarán con los insensatos.
La participación en política es un deber cívico, puesto que hay que dejar de lado el egoísmo, ocupándose solamente de lo que afecta directamente a uno y a su familia y dedicarse también a los demás, a la comunidad, a lo que llamábamos “el prójimo” cuando nos enseñaban religión y moral desde los primeros años escolares.
Tenemos que ocuparnos de los asuntos públicos, para hacer de nuestra comunidad y país, espacios mejores, en que existan oportunidades de ascenso social y económico, un entorno adecuado y no hostil y en donde existan las mismas posibilidades para todos, aunque el esfuerzo personal será determinante para avanzar más rápido o sin él, estancarse.
Otro de los lamentables vicios en que incurren los ciudadanos, so las falsas generalizaciones, sobre todo en Política, en que si se trata de una valoración del Poder Ejecutivo, la respuesta que está en los labios es que todos los ministros son ineptos o que son corruptos. Ello no es así, en todos los gobiernos y gabinetes hay personas eficientes, serias y honradas y no decimos nombres, para no incurrir en alguna omisión que pudiese ser mal interpretada.
Lo mismo se dice de los parlamentarios. Escuchamos con frecuencia decir que el Congreso es una calamidad, un desastre y no sigo con calificativos para evitar palabras subidas de todo. Lo cierto es que hay parlamentarios de primer nivel y muy comprometidos con el país y ello en casi todas las bancadas. Ciertamente que hay de los otros, y una pena, en abundancia, pero ello se debe también a que los electores hicieron mal su tarea y a la prohibición de la reelección parlamentaria, que ha echado fuera de esa actividad a muchos que tenían experiencia y habrían podido seguir brindándola al país.
En lo que se refiere al Sistema Judicial pasa lo mismo en cuanto a las indebidas generalizaciones, pues hay magistrados, jueces y fiscales muy correctos y laboriosos que, aunque pueden equivocarse como cualquier mortal, el ordenamiento de instancia plural permite corregir errores.
La gente buena debe comprometerse con la Política y los ciudadanos de bien, insistimos, no deben dejar espacios vacíos, pues si los hay, se llenarán con cualquier cosa.