El exministro del Interior, Avelino Guillén, que dejó el cargo hace un mes, indica que el Gobierno está siendo manejado erráticamente y sin rumbo.
Avelino Guillén esperó durante horas afuera de la oficina de Pedro Castillo. “En un momento le atiende”, le aseguró el asesor. En ese momento, el ministro del Interior, Guillén, condenó las actividades de la mafia en la policía peruana, vendiendo ascensos y transferencias por 20.000 dólares. Según él, el jefe es el general Gallardo, jefe de toda la policía. Sin darse cuenta, el ministro tocó un nervio sensible en un sistema que se había construido en la estructura del estado desde la antigüedad. Inmediatamente notó una brecha insalvable con Castillo, quien lo había ayudado en su campaña electoral, y lo presentó como fiscal por el encarcelamiento de Alberto Fujimori y la credibilidad oficial de Vladimiro Montesinos. Ahora se sentía solo, y se sintió aún más solo cuando se enteró de que el sheriff había visto al presidente más que él y que tal vez no hubiera esperado todo ese tiempo.
Guillén renunció y en apenas seis meses se encendió la tercera crisis en el gobierno peruano. En pocas palabras, su historia trata sobre un abogado de 67 años que, en el apogeo de su carrera, descubre que las cosas van mal. Alto, de cejas pobladas y medio atado, Guillén realizó una entrevista para el diario El País.
En esta entrevista, se resalta una pregunta sobre los hechos de corrupción por parte de la policía, sobre si Castillo comprendió la importancia de lo planteado por Guillén, a lo que este mismo dijo que: “Cuando le explico la problemática policial, como que no calibró, no sopesó la magnitud del problema que se avecinaba. Dijo: les voy a dar tiempo para que se arreglen, como que fuera una discrepancia de ideas entre compañeros de trabajo, cuando era un tema muy delicado y que se venía arrastrando desde diciembre. El problema surge por la decisión del alto mando policial de pretender pasar al retiro a los mejores oficiales, y hubiera sido una gran pérdida para la Policía Nacional.”
Asimismo, se le pregunto al ex ministro sobre qué nivel de ingenuidad tendría Castillo para manejar este Gobierno y Guillén tiene claro que “es un tipo sagaz pero que tiene un concepto equivocado de cómo se maneja el país. Piensa que a través de la confrontación permanente se puede avanzar y eso no es lo correcto.”, dijo.
“Es alguien que se ufana de ser un Gobierno del pueblo, pero el pueblo lo que más exige es salud y justicia. Y son los puntos más débiles de este Gobierno. Se llena la boca invocando al pueblo, al pueblo, al pueblo, pero es una palabra al vacío porque no tienen el más mínimo respeto por el pueblo.”, agregó.