Los bomberos de la “Unión Chalaca Nº1” siguieron ayudando a las personas, incluso durante la etapa más complicada de la pandemia por el COVID-19. Decidieron cumplir con su labor, aún si aquello implicaba trabajar con equipos obsoletos, careciendo de implementos de protección y habiendo sufrido bajas por contagios o renuncias por temor de llevar el virus a sus casas.
Elmer Rosales, segundo jefe de compañía de la “Unión Chalaca Nº1”, se contagió del COVID-19 el mes pasado. No recuerda el momento exacto del contagio ya que la mayoría de los bomberos, explicó, se infectan en las emergencias que atienden. Como él no sabía de su infección, pasaba tiempo con su esposa en casa. La contagió y ambos empezaron a sentir los síntomas. “Me asusté mucho por la cantidad de bomberos fallecidos. Solo en mi compañía han muerto seis por el virus. Creí que sería uno más en la estadística”, confiesa el comandante.
La preocupación de Rosales aumentó debido al fallecimiento de una bombera que tenía 29 años y llevaba solo seis meses en el oficio. A pesar de pertenecer a la compañía 161 de Los Olivos, la “Unión Chalaca Nº1” les dio el pésame mediante la radio interna de los bomberos. “Lamentablemente ni su juventud permitió que su cuerpo soporte al virus”, expresa el entrevistado.
Gracias al convenio que tienen los bomberos con EsSalud, el comandante y su esposa fueron recibidos en la Villa Panamericana. Allí les dieron antibióticos y les pusieron oxígeno por vía intravenosa. El seguimiento médico fue constante tanto con los pacientes como con sus familiares mediante llamadas diarias. Los médicos les informaban sobre su progreso y los enfermeros se aseguraban de que tomaran las pastillas. En dos días pasaron de 89 a 93 en saturación de oxígeno y empezaron a recuperarse.
Si bien los bomberos cuentan con apoyo médico al estar contagiados, el Estado no les ha ofrecido nuevos implementos durante la pandemia. “La última vez que renovaron nuestros equipos fue hace 15 años. Debemos comprar equipos y uniformes de segunda mano en Estados Unidos”, informa Rosales. Señala, además, la falta de facilidades ya que la llegada de los uniformes a Perú puede tardar meses. Por consiguiente, se deben rehusar los uniformes, cascos y mangueras hasta que sean inutilizables. Al no renovar estos equipos, deben desecharlos y contar con menos protección.
Asimismo, tampoco disponían con mascarillas o protectores faciales. Es por ello que tuvieron que pedir donaciones a empresas privadas. Sin embargo, compañías como Renasa o Ajinomoto no respondieron sus solicitudes. A consecuencia de la falta de protección, informó Rosales, hay más de 300 bomberos infectados y 143 fallecidos por el coronavirus a nivel nacional. No obstante, el comandante resalta que la “Unión Chalaca Nº1” ha lidiado con 447 incendios en septiembre.
En relación al traslado de contagiados y heridos, recuerda que el Servicio de Atención Móvil de Urgencia (SAMU) trabajaba junto con los bomberos porque ellos no tenían el equipo necesario para hacerlo por su cuenta. Sin embargo, el segundo jefe de compañía precisa que las ambulancias del SAMU recogían al paciente y esperaban que la central les autorice ir al hospital. “Es un formalismo que arriesga vidas, nosotros nos llevamos al necesitado de frente al hospital”, comenta.
La fuente reconoce que seis miembros de la unidad decidieron dejar de asistir a la compañía para proteger a sus familias. Incluso el comandante dejó por dos meses su labor como escolta de seguridad de contenedores. “Lamentablemente, los miembros de la compañía que renunciaron se terminaron infectando en la calle. De todos modos, les ofrecimos ayuda para que sean aislados en la Villa Panamericana”, indica el entrevistado.
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