Su cadáver estaba atado de pies y manos, y tenía una bolsa negra en la cabeza
En Juliaca, un grupo de delincuentes asesinó a un curandero de nacionalidad boliviana que tenía un local en dicha ciudad, que pertenece a la provincia de San Román, en Puno. Su objetivo era robar todo lo que encontraran a su paso.
El cadáver de Gilberto Tejerina Quina (39) estaba atado de pies y manos, y una bolsa negra le cubría la totalidad de la cabeza.
Cuando vecinos de la zona se percataron que el curandero había sido víctima de una agresión de delincuentes, dieron un llamado a la Policía. Los efectivos llegaron a los minutos y en la escena del crimen encontraron los restos del ciudadano boliviano en posición de cubito ventral al interior de su local.
Tras las primeras diligencias, la Policía tomó conocimiento de que el recinto era un espacio alquilado, perteneciente a una mujer de 45 años. La dueña manifestó que hace dos meses, el curandero atendía en dicho lugar y que lo vio por última vez el pasado sábado.
Por las características del hallazgo, la Policía presume que se trató de un asesinato. En la escena del crimen, peritos del cuerpo policial encontraron signos de rebuscamiento en cajones y otros mobiliarios. Presumen que los hampones maniataron a su víctima, la asfixiaron y luego huyeron llevándose el botín.
El cadáver del curandero fue ingresado a la morgue de Juliaca para proceder con la necropsia de ley. Mientras tanto, la Policía y Ministerio Público realizan las pesquisas para identificar y capturar a los delincuentes.
Información local indica que hasta la tarde de ayer no se había podido contactar a los familiares del curandero.