Hace 66 millones de años, un evento catastrófico transformó la vida en la Tierra.
Un meteorito gigante chocó con nuestro planeta, desencadenando la extinción masiva de los dinosaurios y alterando drásticamente la biodiversidad. Este impacto monumental ocurrió en la península de Yucatán, México, creando el cráter de Chicxulub, con un diámetro de 180 kilómetros. Este evento marcó el final de la era de los dinosaurios y provocó un cataclismo ambiental sin precedentes.
Los efectos del impacto se sintieron más allá de México.
En la isla de Gorgonilla, Colombia, se han encontrado evidencias del evento en forma de esferulitas y microtectitas. Estas pequeñas perlas de vidrio son producto de la fusión del material terrestre con los fragmentos del meteorito. Este hallazgo demuestra que los efectos del impacto de Chicxulub se extendieron a lo largo y ancho del planeta, afectando incluso a lugares distantes del lugar de impacto.
A pesar del tiempo transcurrido, los científicos continúan encontrando restos del meteorito en lugares como la península de Yucatán y hasta en Dakota del Norte, Estados Unidos. Estos fragmentos proporcionan información valiosa sobre la composición del meteorito y sus efectos en el medio ambiente terrestre.
El cráter de Chicxulub y sus efectos posteriores representan un hito importante en la historia de la Tierra. Este evento catastrófico cambió para siempre el curso de la vida en nuestro planeta, y su estudio continúa siendo crucial para comprender la evolución y la vulnerabilidad de nuestro hogar en el cosmos.
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