En los casi cinco años de presidencia de Iván Duque, un informe demuestra el aumento de la violencia en su gobierno.
Un informe de la Fundación Ideas para la paz (FIP) garantiza que la violencia incrementó a lo largo del precepto del mandatario Iván Duque. Los efectos de la guerra, por el momento no entre la guerrilla y el Estado, sino entre empresas armadas que se disputan países, lo sienten las sociedades, donde la vida avanza entre la incertidumbre constante de fenómenos como la cuarentena, impuesto por bandas, y el movimiento forzado.
Hace apenas unos días, el Clan del Golfo impuso su ley a la vista de todos en 11 apartamentos. Un paro armado ordenado por dicha organización de procedencia paramilitar obligó a pueblos completos a esconderse a lo largo de 4 días. “Durante los últimos 4 años, Colombia optó por una política de estabilidad que privilegió el control territorial y propinar golpes relevantes a los equipos armados, por arriba de la custodia de la ciudadanía y las comunidades”, apunta la FIP, en el informe publicado este domingo.
Duque entrega un territorio atrapado entre una Tranquilidad que cojea por la ineficiencia del Estado para consumar el consenso con las FARC, y una guerra entre bandas de tráfico ilegal de drogas, disidentes de la vieja guerrilla y el ELN. Los primeros 2 meses de 2022 son suficientes para enseñar un crecimiento fundamental en la actividad armada. Se presentaron 85 actividades bélicas, concentradas en Norte de Santander, por un aumento de las actividades contra la Fuerza Pública; en Arauca, por la discusión entre el ELN y las disidencias; y en el norte del Cauca, por actividades contra la Fuerza Pública en Corinto. “El resultado de dichos es el aumento del efecto humanitario en casi cada una de sus maneras, y un escenario estratégico marcado por una confrontación entre conjuntos armados más que por un problema entre el Estado y dichos grupos”, muestra la indagación.
La FIP, que coteja sus cifras con las del Ministerio de Defensa, garantiza que la función de los conjuntos ilegales de hacer ocupaciones bélicas incrementó a partir de la firma del consenso de tranquilidad con las FARC, el 2020 ha sido el peor año, con 439 combates armados. Aunque Colombia no atraviesa un maltrato como la que vivió a fines de los 90 e principios de los 2000, las condiciones de estabilidad se han deteriorado y hay regiones donde se siente más, como en las fronteras.