El artista Yunior García promovía protestas contra el gobierno de Díaz-Canel desde su casa, lugar donde fue retenido e incomunicado.
El joven dramaturgo Yunior García Aguilera, quien incentivó las manifestaciones del 15 de noviembre en Cuba, declaró en Madrid, ciudad a la que viajó este miércoles. Tras pedir un cambio de régimen en la isla con ayuda del colectivo Archipiélago fue censurado por la «dictadura» de Miguel Díaz-Canel. Por esta razón, se trasladó a España.
“Entiendo lo complejo que es el caso cubano y entiendo que muchas veces hay una relación romántica con lo que Cuba significa para muchas personas. Lo cierto es que hay una dictadura, una tiranía brutal, como pocas veces se ha visto”, inició su relato.
“Soy artista, no político”, precisó. Luego dijo que: “La relación que cada uno tenga con Cuba tiene que madurar. La revolución no sólo devoró a sus hijos. Ahora está devorando a sus nietos”.
Situación del país
Después detalló: “El 11 de julio fue un estallido social quizás como nunca habíamos tenido en la historia de Cuba. Se levantaron millones de cubanos pidiendo medicamentos, alimentos y libertad. Hubo personas que fueron golpeadas por cantar una canción como ‘Patria y vida’ en las calles. Cuba vive la censura, la exclusión, la despersonalización del individuo”.
Y continuó: “A partir del 11 de julio empezamos a ser más vigilados. Me reuní con Silvio Rodríguez. Él entendió que manifestarse es un derecho y que se debía hacer algo por la liberación de los presos. Pese a las diferencias, ese diálogo mostró que puede ser posible hablar. Ese diálogo no existió con la dictadura”.
García aseveró que “no hay ningún tipo de democracia en Cuba. Ellos (la dictadura) dicen que tienen una mayoría y eso es falso. Ellos usan la excusa de la mayoría para dejar sin derechos a la gente, para encarcelar a todo el que piense distinto. Creamos una plataforma plural como Archipiélago que incluyera personas de todo signo político”.
Por último, el joven dramaturgo afirmó que deseaba tener una conversación diplomática para buscar una solución, pero rechazaron la idea. “Cuando anunciamos la marcha para el 15 de noviembre, empezó una persecución feroz. Me cortaron Internet, el teléfono de mi casa, le cortaron el teléfono a cualquier persona que tuviera cerca para que no pudiéramos comunicarnos. La Fiscalía me llamó y me dijo que me iban a llevar a una cárcel dos décadas”, comentó.