Por: Phillip Butters
Parafraseando a Abimael Guzmán, cuando lo capturaron y lo mostraron frente a la opinión pública peruana y mundial, el sanguinario dijo que esa captura era “un recodo en el camino”. Me imagino que la libertad de Keiko, a instancias del Tribunal Constitucional (TC) con Blume Fortini como presidente, para José Domingo Pérez y Vela Barba, ha sido simplemente “un recodo en el camino”.
Porque ambos señores están exigiendo que se vuelva a votar, en el TC de Marianella Ledesma, el tema de Keiko Fujimori.
Hasta donde se sabe, para que se realice una sentencia del TC, tendría que haberse cometido un error material. Lo que argumenta el procurador del Poder Judicial, con clara intención de que Keiko vuelva presa, es que no votó adecuadamente el señor Ramos. Y José Domingo Pérez está pidiendo casi una explicación de su votación anterior.
Ahí vemos el exceso de los fiscales, al cuestionar en fondo y forma la sentencia del TC, que es inapelable.
¿Hasta dónde llegará la persecución y el odio? Nunca se sabe. Con el antecedente de Alberto Fujimori y la anulación de su indulto, cualquier cosa puede pasar con Keiko. Yo creo que la perseguirán hasta el día que se muera, porque así son los izquierdistas, comunistas, con sus guerras ideológicas, judiciales y políticas son atemporales. Su odio siempre termina en guerra.
Cambiando de tema, resulta sintomático que el expremier Villanueva; escudero de Martín Vizcarra para que llegue a la presidencia apuñalando a PPK, impulsor del acuerdo de colaboración eficaz con Odebrecht; ha ido a la cárcel con prisión preliminar y se ha liberado. Pero se está pidiendo, según el fiscal Juárez Atoche, su carcelería.
La pregunta es ¿Qué tanto sabe este señor del caso Lava Jato o qué tanto le sabe al Presidente Vizcarra? Yo entiendo que ahí hay una pugna de poderes entre quién lo quiere encarcelar y quién lo quiere sacar.
Es sencillo ¿Le conviene o no a Vizcarra que Villanueva se coma una prisión preventiva de 18 meses? ¿Hasta dónde le dará la paciencia al exgobernador de San Martín? Por el momento, es un misterio sin resolver.
Otro tema, resulta jocoso la cantidad de candidatos, de todas las tiendas políticas candidatas al Congreso, que tienen antecedentes penales, judiciales y policiales. Amigo lector de La Razón, Si tiene un edificio y quiere contratar un guachimán, ¿le pide o no sus antecedentes? Si de dos o tres candidatos uno de ellos tiene antecedentes, ¿Usted opta por el que tiene antecedentes o por el otro? Digo esto porque cuando uno contrata un guachimán para cuidar un edificio o un barrio, hace lo mínimo indispensable. O si quiere contratar un chofer, ¿opta por uno que le han suspendido el brevete, que ha chocado, que tiene antecedentes o demasiadas papeletas? Tampoco, ¿no es cierto?
¿Por qué no hacen eso los partidos políticos y no filtran bien sus listas? Esto vemos todos los años que hay elecciones al Congreso, a las regiones o municipios. Algo no está bien en la cabeza de nuestros líderes políticos. Terminan desilusionando a la gente, a los pocos que creen en ellos. A mí me parece un absurdo tener gente con antecedentes. Inclusive si dice que es inocente, simplemente se le deja de lado, como dejas de lado al chofer o al guachimán. ¿Usted qué cree?