Entre el bien y el mal

por | Oct 29, 2018 | Opinión

Por Francisco Diez-Canseco Távara 

Después de la jugada del referéndum -que hasta ahora le camina-y con un fujimorismo desconcertado, arrinconado y sin capacidad de respuesta, le toca ahora al presidente Vizcarra empezar a gobernar, más allá de sus propuestas populistas, a un país paralizado económicamente y en el que todas las inequidades que ha heredado de regímenes anteriores siguen plenamente vigentes en áreas claves como  salud, educación y seguridad que dependen fundamentalmente del Poder Ejecutivo.

Está claro que en materia de lucha contra la  corrupción ha saludado a la bandera y no ha hecho nada y, hasta el momento, no muestra propósito de enmienda respecto de sus cosméticas propuestas lo que significa que el Perú sigue perdiendo no menos de 15 mil millones de soles anuales robados por los viejos depredadores de las arcas fiscales, aunque algunos de ellos -los más visibles- estén ahora, por lo menos en apariencia, fuera de circulación.

No debemos, ciertamente, bajar la guardia frente a la pasividad presidencial en el enfrentamiento a la corrupción. Por el contrario, deben redoblarse las alertas y la capacidad de denuncia en una coyuntura en la que, más allá del debate sobre la validez de sus argumentos jurídicos, la posición decidida y valerosa del Fiscal José Domingo Pérez y del Juez Richard Concepción Carhuancho le está mostrando al Perú que ya no hay intocables. Comenzando por el Jefe del Estado.

En las próximas semanas debe iniciarse el debate del Presupuesto de la República, generalmente cerrado en diciembre, fuera de término, con el reloj congelado para pretender que se aprobó dentro del plazo.

Es el momento oportuno para que Vizcarra plasme algunas iniciativas  como aumentar el ínfimo presupuesto del SIS -que es una vergüenza- para que realmente puedan ser atendidos millones de peruanos desvalidos en el marco de una reforma del sector salud para desburocratizarlo y, por cierto, controlar  la corrupción en la compra de insumos y medicamentos.

Y, por cierto, es ahora cuando debe plantear un presupuesto que realmente cubra las necesidades de las otras áreas antes mencionadas que representan el porcentaje más importante de la Deuda Social del Estado.

¿Es tan difícil caminar del lado del bien?


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