Tuvo entre sus misiones, el primer atentado contra Trotzki y otro plan para matar al presidente tito y llegó a ser embajador de costa rica en Italia y Yogoeslavia
El más grande espía de todos los tiempos no es ninguno de los alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses, cuyas biografías llenan las estanterías de las librerías y bibliotecas, sino un lituano que participó como agente soviético de la exURSS en arriesgadas acciones en diferentes países del mundo, de los cuáles emergió con una identidad costarricense que lo llevaron a ser embajador de Costa Rica en Italia y Yugoeslavia.
Entre las tremendas tareas arriesgadas que asumió se contaron las de matar al jefe del trotskismo, León Trotzki, jurado enemigo de Stalín, lo que no lo consiguió porque la víctima no fue alcanzado por ninguna de la lluvia de balas disparadas contra su dormitorio.
También se le asignó matar al presidente de Yugoeslavia, Josip Broz Tito, en otra difícil misión consistente en contaminarlo con el virus de la “peste negra”, que de hacerlo lo hubiera contaminado a él y provocado la muerte, que no se culminó por la sorpresiva muerte de Stalín.
Estamos hablando de Iósif Grigulévich, nacido en Lituania e iniciado como militante comunista a los 13 años en Argentina, adonde había emigrado su padre procedente de Lituana, e iniciaría allí una larga carrera que lo convertirían primero en agente de la Internacional Comunista y, luego de la Inteligencia de la URSS.
Su familia tuvo que emigrar de Argentina a Polonia porque el joven Iósif se involucró en la agitación estudiantil y fue expulsado, donde fue igualmente arrestado y pasó cerca de dos años en la cárcel. Luego de liberarse, viajó, con recomendación del Partido Comunista y bajo otro nombre, a París, uno de los centros más importantes de la emigración polaca de la época.
En la guerra civil
En Francia, estudió en la prestigiosa Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, se afilió al Socorro Rojo Internacional (SRI), filial de la Internacional Comunista, en agosto de 1934, fue enviado como agente del SRI a Argentina y fue detenido en Buenos Aires durante una reunión en la casa del médico y político socialista Augusto Bunge. A ser liberado, la Internacional Comunista decidió enviarlo a España, en plena guerra civil.
En España fue reclutado por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la URSS, donde fue comisionado para ingresar a un celda donde permanecía internado un general franquista, del cual debía obtener sus confesiones haciéndose pasar como fascista, lo que fue conseguido. El franquista reveló posiciones y el calamitoso de la moral de su gente.
Grigulévich no solo ayudaba en España en la lucha contra los franquistas clandestinos, sino también contra las tendencias adversarias a las fuerzas prosoviéticas. En particular, participó en los enfrentamientos armados con los trotskistas del POUM y los anarquistas de la CNT-FAI y otros grupos. Recordaba con horror los combates en la capital catalana:
En junio, Grigulévich fue uno de los integrantes de la operación Nikolái, que consistió en el asesinato extrajudicial del líder del POUM, Andrés Nin. Un mes después, mientras en España se buscaba a los sospechosos, el grupo fue enviado a la URSS.
Matar a Trotzki
Militante comunista desde la adolescencia, Grigulévich nunca antes había estado en la Unión Soviética. Al cruzar la frontera, se sintió muy emocionado. Tras completar el entrenamiento para espías, en mayo de 1938 fue enviado a México con la misión de matar a León Trotski, entonces el mayor adversario de Iósif Stalin en la exURSS.
Llegó a la capital mexicana en 1937. Allí los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo le cedieron la llamada ‘Caza Azul’, en el barrio de Coyoacán. Luego se trasladó a una casa vecina en la calle Viena.
Durante dos años, Grigulévich vigiló sistemáticamente al propio Trotski, sus guardaespaldas y visitantes, creó al mismo tiempo el grupo de conspiradores bajo el mando del pintor, David Alfaro Siqueiros. En el intertante, conoció y se casó con la profesora mexicana Laura Aguilar Araujo, con la que viviría hasta la muerte.
El atentado contra Trotzki tuvo lugar en la noche del 23 al 24 de mayo de 1940. El grupo acribilló el dormitorio de Trotski, pero este no sufrió ni una herida. La operación fallida sería seguida por otra, la del español Ramón Mercader, quien lo mataría a Trotski tres meses más tarde.
Ungido embajador
Grigulévich fue sacado de México e instalado en Argentina para crear una red de inteligencia ilegal. Su primer objetivo fue incendiar el periódico argentino Pampero, que difundía la ideología nazi y luego hacer lo mismo con decenas de empresas que facilitaban materias primas suministras a los países del Eje.
También reclutó y envió con documentos falsificados a centenares de combatientes antifascistas que se unieron a la lucha en los territorios ocupados por el nazismo.
De Argentina a Chile, donde su amigo y miembro de la red de inteligencia, el escritor costarricense Joaquín Gutiérrez Manguel, le ayudó a forjar la nueva identidad de Teodoro Bonnefil Castro, hijo de un empresario de Costa Rica, que vivía desde la infancia en Chile.
En 1949, con su nueva identidad, el espía se trasladó con su esposa a Italia, donde creó una empresa dedicada a la importación de café y otros productos de Costa Rica y América Latina en general y tuvo un golpe de suerte al sostener un encuentro con una misión costarricense diplomático-comercial encabezada por el expresidente José Figueres Ferrer, a quién convenció de que tenían un parentesco lejano e invitó a ser socio en su empresa.
Como fuere, las relaciones con Figueres le permitieron en 1951 ser nombrado primer secretario del Consulado costarricense y en julio del año siguiente se convirtió en embajador del país centroamericano en Italia, y luego embajador en Yugoeslavia, contándose entre sus gestiones la realización de 15 encuentros con el papa Pío XII, entre ellas una privada. Asimismo, fue designado como embajador en Yugoslavia.
Matar a “Tito”
En 1952, mientras se desempeñaba encubierto como embajador costarricense recibió la orden de asesinar al presidente yugoslavo, Josip Broz Tito, por su rivalidad y enemistad con Stalin. Se trataba de que el agente soviético previamente vacunado contra la peste pulmonar esparciera el patógeno en la sala donde estuviera Tito. La muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 canceló estos planes casi suicida para el agente.
A finales de 1953, el embajador costarricense en Italia y Yugoslavia, el “empresario Teodoro Bonnefil Castro”, notificó a San José que se iba de vacaciones prolongadas, y dos semanas más tarde dimitió y desapareció en seguida sin dejar rastro, con lo cual terminó abruptamente su carrera de agente de la Inteligencia soviética desde 1937.
Fin de su carrera
Luego de su ‘desaparición’ misteriosa, Grigulévich volvió a la URSS, en momento de violenta lucha interna que determinó el fusilamiento del jefe supremo del espionaje el 23 de diciembre de 1953. El agente fue enviado a la reserva para jubilarse anticipadamente tres años más tarde.
En 1960, pasó a trabajar como investigador en el Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS y creador del Instituto de América Latina y escribió más de 30 libros, entre ellos extensas biografías de Simón Bolívar, Ernesto Che Guevara y Salvador Allende, además de varios trabajos dedicados a la política interna del papado que tanto conocía.
El exagente murió en 1988, ocho años antes que su esposa Laura. Tenía 75 años.