La crueldad de la industria cárnica

Joaquín Phoenix, ganador del Oscar, puso el dedo en la llaga en su discurso. Según estadísticas de la ONU, cada año, la ganadería industrial envía al matadero a un número de animales de granja equivalente a ocho veces la población humana del planeta Tierra

por | Feb 12, 2020 | Especiales

Joaquín Phoenix, ganador del Oscar, puso el dedo en la llaga en su discurso. Según estadísticas de la ONU, cada año, la ganadería industrial envía al matadero a un número de animales de granja equivalente a ocho veces la población humana del planeta Tierra

No existe matanza humanitaria, eso es solo propaganda. La industria cárnica, consciente de la creciente preocupación social por el trato que reciben los animales, se ha visto en la necesidad de lavar su imagen – cada vez más deteriorada – haciéndonos creer que ahora se trata bien a los animales. Pero es completamente falso. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, publicó un informe en el año 2016 donde revelaba que 850 mil pollos y 18 mil pavos habían sido cocidos vivos antes de llegar a los tanques de desplumaje.

En Gran Bretaña, en el año 2017, se presentó un informe donde se denunciaba más de 4 mil infracciones graves a la industria por faltas a las normativas de las leyes de bienestar animal. Se encontraron, entre otros, casos de pollos cocidos vivos en agua y animales muertos por la exposición a temperaturas extremas en su traslado al matadero. En Australia, un reportero ingresó con una cámara oculta y presenció cómo un buey fue desmembrado vivo. Según pido recoger en su informe, muchos animales llegaban conscientes al momento de degüello e incluso eran desollados cuando aún respiraban.

La denuncia del Joker

En la pasada ceremonia de la entrega del Oscar, el ganador a Mejor Actor, Joaquín Phoenix – el inmortal Joker – presentó un discurso memorable al recibir la estatuilla: “Como sociedad, nos hemos desconectado demasiado de la naturaleza. En gran parte, nosotros mismos somos culpables de esa visión egocéntrica que tenemos, pensando que somos el centro del universo”. «Nos aprovechamos de la naturaleza y exprimimos sus recursos hasta agotarlos”, dijo emocionado ante millones de espectadores.

Phoenix habló, entonces, de algo que muchos ignoran o no quieren ver por sus propios intereses económicos: la industria de la carne y su desgraciado proceso para obtenerla. Luego de pedir la unidad del mundo, el ganador del Oscar habló sobre la realidad de millones de animales alrededor del planeta. “Pensamos que tenemos derecho a inseminar artificialmente a una vaca y al parir, le arrebatamos a su cría, aunque sus gritos de angustia sean inconfundibles. Y entonces le robamos la leche que está pensada para su ternero y la servimos en café o cereales”, dijo.

“Nos asusta el concepto de cambio personal, porque creemos que tendremos que sacrificar algo, renunciar a algo, pero los seres humanos podemos ser muy creativos e imaginativos, podemos desarrollar y fomentar sistemas de cambio que beneficien a todos y al medio ambiente”, sentenció ante el asombro de todos los concurrentes.

Una realidad de las que pocos hablan

Phoenix tuvo una platea para expresar lo que realmente siente. Una voz que millones de animales que van al matadero no tienen. El camal moderno ha sido diseñado para acabar con la vida del mayor número de animales a la mayor velocidad posible. La matanza industrial de animales es un gigantesco negocio y algunas de estas factorías, cada vez más tecnificadas y con equipamientos cada vez más modernos y especializados, llevan a la muerte a miles de ellos cada día.

Según estadísticas de la ONU, cada año, la ganadería industrial envía al matadero a un número de animales de granja equivalente a ocho veces la población humana del planeta Tierra. Nunca antes en la historia habían muerto tal cantidad de animales para nuestra alimentación; y nunca antes en la historia cada uno de estos inocentes seres había padecido tanto sufrimiento a lo largo de su vida. Los animales, víctimas silenciosas, han sido convertidos en simples máquinas generadoras de carne, leche y huevos. Seres sensibles con un deseo de vivir, a los que sus vidas les son robadas. Las granjas industriales son naves sin ventanas y con luz y ventilación artificial son los lugares donde viven los animales que acaban en las bandejas del supermercado. Sin que nos demos cuenta, estos siniestros lugares nos rodean.

El interior de la industria parece sacado de una pesadilla. Animales convertidos en máquinas de producir carne a costa de un sufrimiento inimaginable desde el día que nacen. Pongamos de ejemplo a un cerdo. La vida de ellos no es fácil. Estos animales inteligentes y sensibles sufren enormemente. Sus miradas, a menudo, nos hablan de la tristeza y frustración ante una vida sin sol, aire, compañeros y estímulos naturales.

Los que nacen más débiles suelen morir sin atención veterinaria. Sus anónimas y cortas vidas acabarán en la basura. No habrán conocido el mínimo gesto de compasión. Como en una cadena de montaje, los animales son apilados en cajas y enviados a las granjas de engorde para ser “beneficiados” (no sabemos de dónde salió esta palabra)

Como en el caso de los cerdos, los pollos que nacen más débiles y tienen pocas esperanzas de sobrevivir son tirados a la basura directamente donde morirán sofocados o aplastados con mazas. Estos animales no reciben atención veterinaria individual. Sencillamente, no se gastará ni un céntimo en ellos, la industria de la carne los prefiere muertos.

Para muchos animales la única vez que verán la luz del sol será en su viaje al matadero. Las condiciones del transporte son inhumanas: hacinados en grandes camiones, a veces recorren largas distancias. No tienen ni alimento ni bebida durante el viaje.

El final de todos los animales de granja es el mismo: el matadero. Si sus vidas fueron miserables, sus muertes son espantosas: degollados cabeza abajo por el matarife. Ningún animal merece semejante vida ni tan cruel muerte. ¿Aprenderemos a ser solidarios?, ¿aprenderemos a respetar a nuestros compañeros de planeta?

 


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