Por: Phillip Butters / Si hay alguien de que no se puede tener ninguna duda con respecto a su idoneidad, personal, moral o capacidad profesional para desempeñar el periodismo, es Ricardo Uceda.
“El informante” de La República, diario que es un bastión caviar y odiador del fujimorismo, mal puede tener en sus filas a una persona al cual se le podría achacar la contaminación montesinista, fujimorista o filoaprista.
Uceda es una persona que se desempeña en el periodismo en búsqueda de la verdad, algo que tendríamos que hacer todos los que trabajamos en esto.
Aclaro que yo no soy periodista, simplemente soy una persona que tiene sentido común, el cual ha sido reseñado en un estupendo artículo firmado por el susodicho, llamado “Los desengañados”.
En él, el hombre que hizo un excelente libro llamado “Muerte en el Pentagonito” (detalla los crímenes del grupo Colina), habla de errores garrafales, errores cantados de no haber exigido a los brasileros la verdad de todos los proyectos, y no solo de cuatro.
En el primer acuerdo de “Colaboración eficaz” que nosotros denunciamos en noviembre del 2018, tanto en estas líneas de La Razón, como en mi programa de “Combutters”, en PBO Digital, en canal Willax.
Es más, voy a citar lo que dice Uceda. “Pero su cortedad de hechos, hubo error al firmar el acuerdo con Odebrecht sin negociar que ellos se abstuvieran de demandarnos en el CIADI”.
Además, acuña una falta de liderazgo de parte del gobierno, léase de Martín Vizcarra, para saber conjugar esfuerzos entre la Fiscalía de la Nación, en donde tampoco hay un liderazgo de parte de Zoraida Ávalos, ni mucho menos en el Ministerio de Justicia, donde vegeta Vicente Zevallos.
No solo no compartieron información, sino que fueron estúpidamente ingenuos en pensar que en los señores de Odebrecht, eran buenos los de Lima y malos los de Brasil.
Es decir, lo que nos daban acá de buena voluntad, era casi toda la verdad, mientras que los de Brasil operaban a favor de sus intereses, llámense Vías Nuevas de Lima, Olmos, Chaglla.
Es más, indica claramente Uceda que el gran objetivo del año pasado fue vender Chaglla. Cosa que lo lograron y se embolsicaron los famosos 524 millones de soles, después de pagar a todos sus acreedores.
Y en este año su gran objetivo es la venta del Gasoducto, por el cual pretenden endilgarse ¡3,100 millones de dólares!
Sí, amigo lector de “La Razón”, son 1,200 millones de dólares en los tubos del ducto, es decir la obra civil, y 1,900 millones de dólares por lo que ellos llaman lucro cesante o algo parecido.
Es decir, es evidente para Uceda y para cualquier persona con dos dedos de frente, que es demasiado estúpido que una vez que te roban la casa, uno termine siendo demandado por los ladrones y que encima se le deba dinero a los asaltantes. Esa es la situación en que nos han puesto los geniales fiscales Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez, durísimamente criticados por una persona, reitero, a quien uno no puede poner en tela de juicio, ni como obstruccionista, ni como ninguna “geisha”. Al contrario, las “geishas moqueguanas” son las que se frotan la manos lamiéndole la botas a José Domingo Pérez, a Vela Barba, o al propio Presidente de la República y al que le caiga el guante que se lo chante. Que busquen a Uceda donde lo tenga que encontrar. Asumo que es en la cuadra 3 de Camaná, donde está la sede central de “La República”. Ahí lo encuentran fácilmente.
También ha sido un cachetazo para el equipo especial Lava Jato la actitud de Indecopi, que ha iniciado un proceso sumario, una acción de control sobre los principales miembros del “Club de la Construcción”, léase Odebrecht, Graña y Montero, y otras decenas de empresas que se han ganado un “pandero” o una “junta” media “trucha” que es el “Club de la Construcción”, donde se han adjudicado 112 obras por un valor superior a los 13 mil millones de soles.
¿Y cuál es la idea de Indecopi? Pues con este procedimiento sancionador, impedir que estos señores no solamente continúen contratando con el Estado, sino cuantificar el daño causado e impedirles que sigan contratando con el Estado.
Esto inhabilitaría a decenas de ejecutivos, gerentes generales y directivos de estas empresas, pero además pondría las barbas en remojo de los ministros de Vivienda y luego de Transportes y Comunicaciones, quien acuñó que “Nosotros no podemos seguir construyendo sin el Club de la Construcción”.
Es decir, ha sido una semana negra para los ayayeros de Martín Vizcarra, que en teoría, según las encuestas, sigue siendo considerado como el adalid de la anticorrupción, cuando es obvio que se le pasean los elefantes, las jirafas y los leones plateados, en un ascensor.
Resulta clarísimo que Indecopi hará más por el bien y por la limpieza de la construcción nacional que tanto necesitamos, porque tenemos un déficit de infraestructura inmensa, como por supuesto, gente como Uceda que ha puesto en su sitio a este par de “fiscalitos”, que para su desgracia van a tener que ser juzgados en su momento por las acusaciones que están encaramando contra ellos el Fiscal Supremo Tomás Gálvez, donde los sindica como colaboradores de Odebrecht y no precisamente de la lucha anticorrupción.