Este nuevo movimiento busca relanzar a Milei
El presidente argentino, Javier Milei, ha decidido hacer un cambio significativo en su gabinete al reemplazar al hasta ahora jefe de ministros, Nicolás Posse, por Guillermo Francos, conocido por su perfil abierto al diálogo. Este movimiento busca relanzar su mandato en medio de crecientes tensiones políticas y la necesidad de una administración más comunicativa y negociadora.
Nicolás Posse, apodado «el mudo» por su reticencia a hablar con la prensa y mantener un perfil extremadamente bajo, ha sido destituido tras casi seis meses en el cargo. Durante su gestión, Posse había impuesto tres condiciones insostenibles: no realizar conferencias de prensa, no dar entrevistas y no hablar con periodistas ni siquiera en privado. Su única aparición pública fue durante su informe de gestión al Parlamento, lo que subraya su falta de visibilidad y comunicación.
La relación entre Milei y Posse, que se conocieron en el mundo corporativo, se había deteriorado hasta el punto de que el presidente dejó de hablarle sin explicación aparente. Las tensiones se agravaron con rumores de que Posse tenía un interés particular en el mundo de los espías, un área tradicionalmente controlada directamente por el presidente. Esta inclinación se hizo evidente cuando Posse se reunió con William Joseph Burns, director de la CIA, durante una visita a Estados Unidos. Esta situación culminó con la destitución de Silvestre Sívori, jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) nombrado por Posse.
Guillermo Francos, de 74 años, asume el cargo con una visión diametralmente opuesta. Al ser preguntado sobre los rumores de espionaje por parte de Posse, Francos respondió de manera evasiva, demostrando su habilidad política y su inclinación al diálogo. Francos, un veterano en la política argentina, reconoce los desafíos que enfrenta: «Somos una minoría parlamentaria, no tenemos ningún gobernador, tenemos que coordinar nuestro equipo de gobierno con esas otras realidades políticas que tiene la Argentina».
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Este nombramiento representa un giro de 180 grados respecto a la postura inflexible de Milei, quien ha afirmado repetidamente que seguirá adelante con sus políticas independientemente de la aprobación del Parlamento. Sin embargo, la realidad política ha demostrado que Milei, conocido por sus declaraciones incendiarias, también cede bajo presión y ajusta sus acciones según las circunstancias.
La tarea de Francos será compleja, no solo por la necesidad de negociar con una oposición hostil, sino también por la desconfianza interna dentro del propio gobierno. Milei, según revelaciones del periodista Luis Majul, desconfía incluso de su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien llama «bicho cruel». Esta falta de confianza y delegación ha sido criticada por analistas como Carlos Pagni, quien señala que Milei parece más un profeta que un rey, alguien que no solo no delega sino que a menudo se desentiende de los detalles gubernamentales.
En junio, Milei habrá cumplido seis meses en la Casa Rosada, un periodo marcado por siete viajes al exterior y la ausencia de leyes aprobadas por el Parlamento, un récord en la historia democrática argentina. Este contexto subraya la urgencia de un cambio en la gestión gubernamental y la necesidad de un líder de gabinete que pueda navegar las complejidades políticas actuales.
Mientras Francos reunía a todo el gabinete en una cafetería cercana a la Casa Rosada, Milei volaba rumbo a San Francisco en el Boeing 757 presidencial. Allí se reunirá con líderes tecnológicos como Mark Zuckerberg de Meta, Sundar Pichai de Google, Timothy Cook de Apple, y Sam Altman de OpenAI. Posteriormente, viajará a El Salvador para asistir a la toma de posesión de Nayib Bukele. A su regreso a Buenos Aires, Milei encontrará un gobierno renovado, con Francos al frente, listo para enfrentar los desafíos que se avecinan y con la esperanza de relanzar un mandato marcado hasta ahora por la inacción legislativa y la controversia.