– ¡Oh diosa divina ¡ .- ¿Cuánto más debo soportar los vientos alisios, para no caer bajo las garras del mal?.- ¡Pues mortal, si tan solo se concediera trabajo decente, seguridad y valores, otra sería mi historia y mi destino ¡. Así, parecería justificarse el delincuente ocasional. Más no aquel otro que roba, hiere y mata hasta por un celular.
Pues, es tan reprochable la xenofobia hacia los venezolanos, tanto o más, como verlos recurrentemente involucrados en hechos de sangre. ¡No!, ¡no! – El Perú no soporta más, esta terrible situación de inseguridad ciudadana. El exministro del Interior, Alfonso Chàvarry, ya renunció, pero deja tras de sí, una incomprensible incompetencia y/o indiferencia de la Policía Nacional frente a la delincuencia.
Pues, se evidenciamos una rebeldía pasiva de policías, al extremo que son pocos los que patrullan las calles de vuestros barrios en altas horas de la noche. Ellos se recogen incomprensiblemente en sus comisarías y el ciudadano queda inerme ante los delincuentes.
Debo relatar que conocí al exministro del Interior, coronel (r) de la Policía Nacional, Alfonso Chàvarry, y nunca dudé de su honestidad. Pues, trabajamos en la Comisión de Producción, Micro y Pequeña Empresa y Cooperativas en el Congreso de la República.
Dicha comisión era presidida por el exministro del Interior, Octavio Salazar Miranda y, yo era el asesor principal. Por entonces, Alfonso a quien motejamos con cariño: El Márquez, por su particular forma de vestir y por su particular forma de hablar, demostró un don de gente, por los buenos modales.
Pues, siendo un policía por formación, abrigaba en él, un sentido real por la lealtad, sencillez, humildad, ponderación y ecuanimidad. Cualidades que, desde luego, son incompatibles para dirigir un Ministerio tan complejo y de difícil de manejo. Pues, se requiere de un Ministro Civil que actúe con mano dura y don de mando.
Un policía solo entiende el lenguaje firme, duro y ejemplar. El sereno tiene otra formación y poco puede hacer sin armas frente a un delincuente convenientemente armado. Pues, no está en ellos, la responsabilidad principal de la seguridad ciudadana, sino en la Policía Nacional. Entonces, ¿qué hace un policía al costado de un semáforo? ¿A quién obedecemos al policía o al semáforo?
Cosas curiosas y folklóricas que sólo sucede en nuestro país. Pues, no hay suficiente liderazgo en el Poder Ejecutivo, si mucha ineptitud en nuestros ministros y altos funcionarios. Podemos haber nacido ingenuos, pero no cojudos.
Contamos con un nuevo ministro del Interior; pues dejémoslo trabajar para que nos libere de esas lacras delincuenciales, venezolanos, colombianos y peruanos. Entonces, el Parlamento Nacional no puede estar ajena a esta grave situación.
Pues, debe dejar de actuar como el matón del barrio o como un cantinero malhumorado. Hemos nacidos ingenuos, pero no cojudos. Aquí válgame recurrir a la actitud patriota de quienes amamos a nuestra Nación. No puede ser posible que el mercado de la delincuencia funcione mejor que el mercado del Estado.
(*) Abogado penalista y analista político.