La crítica equivale a libertad de expresión o condición de ciudadanía libre. Es tal, el elogio por esta condición fundamental, que no encuentro un modo tan amable y tan bondadoso para referirme a esa libertad de críticas constructivas. Pues, es evidente que sin crítica no hay democracia.
Entonces, “La libertad Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarnos los tesoros que encierran la tierra, así como por la honra, se puede y deben aventurarse la vida” (II, Cap. LVIII, p.792).
Dicho esto, yo diría que don Quijote o Alonso Quijano sí que tenía un alto sentido racional sobre la libertad y la justicia. Está en el sentido común de los mortales que el mejor modo de vivir en democracia, es materializando un orden social justo, en el que todos tratasen a sus semejantes como a sí mismos.
No es una cuestión de igualitarismo simplista, sino lo útil del valor de la igualdad de oportunidades para todos para el acceso a la riqueza. Pues, la única forma de salir de la pobreza es generando riqueza para todos. De esa forma, una Nación acumularía riqueza redistributiva en un país de propietarios con justicia social.
Cuánta razón en lo dicho por Michael Spence, Premio Nobel de Economía, cuando sostuvo que: “Uno de los más grandes errores en una política de crecimiento económico es encontrar una fórmula que funciona y quedarse con una por demasiado tiempo” porque dicho está, que todo pierde vitalidad y los modelos económicos no son ajenos a ello.
Por ejemplo, el modelo primario exportador perdió vitalidad. Entonces, es tiempo de diversificar la producción con alto contenido tecnológico e innovación. Y eso será posible dentro de una concepción socialista de mercado o en una concepción liberal de economía social de mercado.
Por eso, no debe asustar la concepción socialista que es grandiosa y sencilla. De hecho, puede ser considerada como una de las más ambiciosos ideales del espíritu humano. Algo tan valiente y atrevido que justificadamente ha logrado levantar la más excelsa admiración del mundo (China, Vietnam, Noruega, Suecia, Islandia, etc.).
De manera que nuestra crítica por nuestro modo de vivir en democracia se focaliza contra los fundamentalistas e intolerantes. Pues, hay quienes piensan que el miedo y el caos representan una verdadera promesa de un nuevo salto hacia la supuesta prosperidad.
Nada más falso, pues fueron 30 años de un modelo económico impuesto que la pandemia desnudó por completo en sus miserias. Hace mucho tiempo que ese modelo se había agotado.
Es de justicia recordar, que en muchos casos el libre mercado fue impuesto por las dictaduras, invasiones militares y chantajes económicos. Jamás nos preguntaron si deseábamos ese sistema.
Pues, la propaganda brutal se encargó de hacernos creer que era lo mejor para los pueblos. Sin embargo, no hay ninguna forma pacífica de arrebatarles a millones de ciudadanos lo que necesitan para vivir con dignidad.
(*) Abogado penalista y analista político.