Por: Martín Valdivia Rodríguez / Esta columna no se especializa en deporte, eso está claro. Pero lo sucedido ayer con el ascenso a primera división de Deportivo Llacuabamba llama la atención, no sólo por lo complicado que fue para este equipo de la serranía de La Libertad llegar al primer lugar de la Copa Perú, sino por el origen de este equipo y la forma cómo llegó a coronarse como campeón.
Llacuabamba es una comunidad minera ubicada en el distrito de Parcoy, provincia de Pataz, La Libertad. Llegar hasta allí demanda más de 15 horas de viaje desde Trujillo, subiendo los Andes a través de escarpados cerros y sinuosos caminos. ¿Qué es lo que nos llamó la atención de este equipo de nombre raro? Que su principal patrocinador es la Minera Aurífera Retamas a través de la Asociación MARSA. Es decir, es la empresa conjuntamente con la Comunidad Campesina de Llacuabamba, las que se han asociado para hacer realidad este proyecto que nació en el 2011.
¿Raro, no? En un país donde estamos acostumbrados a los enfrentamientos irreconciliables entre las mineras y sus zonas de influencia, ver esta suerte de “jointventure” futbolero no puede menos que satisfacer a los que sí creemos en la sana convivencia entre la minería responsable y las comunidades campesinas, comprobando en los hechos que cuando se trabajan proyectos en común se logran grandes objetivos.
Hace algunos días, el presidente de la institución señalaba – medio en broma, medio en verdad – que su equipo podría llegar hasta la Copa Libertadores “si el precio del oro no baja”. Una frase que pudiera ser jocosa pero que revela esa sintonía existente entre ambos sectores, siempre buscado el bien común. Hace algunos años la minera remodeló íntegramente el estadio comunal a un costo de 2 millones de soles. La obra formó parte de un convenio celebrado entre Minera Retamas y el Comité de la comunidad de Llacuabamba, liderado por su presidente Hernán Saavedra Castañeda.
El estadio, que es muy probable no se utilice para los partidos de la Liga 1 del 2020 (por lo complicado de llegar a la zona), cuenta con la implementación de gras sintético oficial, aforo para 400 personas cómodamente instaladas, un sistema de drenaje óptimo para la lluvia de la zona y otras comodidades digna de un equipo de primera división.
La minería representa para el Perú el 60% de sus ingresos por exportaciones, aproximadamente el 14% del PBI y el 20% de la recaudación fiscal. Y este es un ejemplo claro que sí se pueden dar la mano la gran minería y las comunidades que las acompañan. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.