Le duele y enormemente a toda “esa” izquierda del odio y la corrupción, que su filtro violento y agresivo, de distintas formas de actuación, siga siendo denunciado por la ciudadanía y por los engañados, por sus propios camaradas y por supuesto, por algunos de “esos” medios que van en el péndulo pernicioso de pedir que les yapeen de un lado o del otro, como dándole un nombre a esa vulgar definición de prensa “alternativa” (entre el billete sucio y las monedas de sangre).
Los herederos de Sendero luminoso y también del MRTA han estado maquillados y adecentados por años de años, mientras escamoteaban en los residuos de la maldad sus nuevas formas operativas: cómo matar a la democracia, frágil, débil, adormilada y confiada, que permitió a sus asesinos meterse de forma legal, para destruirla también, de forma legal, en un absurdo teatro de máscaras y disparos que acaban con cualquier institución y encima, se les agradece. A ese nivel se llegó, a esa burda trama se le dio legitimidad porque lo incorrecto pasó a ser lo “correcto”.
Defender los derechos humanos se convirtió en una blasfema, porque los derechos son de los inhumanos, de los terroristas, no de las víctimas. Y así, se pasaron los tiempos en que todos miramos y callamos cuando las oenegés y los gobiernos se aplaudían traicionando, abandonando y condenando a nuestras Fuerzas Armadas, pero al mismo tiempo, condecoraban, aplaudían e indemnizaban a los subversivos, a los asesinos de la Libertad, demostrando en consecuencia que ser un ciudadano o un patriota –para decirlo en palabras más completas- se trataba de una estupidez, porque la Patria se convirtió en un concepto abandonado, miserablemente pisoteado.
Sin embargo, nuevas generaciones han despertado y viejas voces no dejaron de hablar, de insistir, de educar. En esa confluencia de virtuosos, ha surgido con fuerza, como si las cenizas produjeran una nueva vida, la resistencia patriótica que tiene mil nombres con un solo rostro, el de la peruanidad, el de hombres y mujeres que se paran frente al cobarde, que le dicen la verdad al que odia, que le reprimen sus maldades y falsedades al que hiere la fraternidad o rechaza la solidaridad. Hombres y mujeres de una misma nación, herida en el alma, apuñalada en su corazón, está dando la pelea, como ayer, como ahora, como debe ser mañana.
Los herederos de Sendero luminoso y el MRTA ya no dominan los medios ni las redes sociales, porque hay cientos de miles de peruanos poniendo freno a la estupidez y al odio de las izquierdas subversivas, caviares, progres o como quieran llamarse. Una gran legión patriota se yergue a diario, cada vez más fuerte, más preparada, para darle la estocada final a “esos” que se esconden en máscaras de hipocresía, en maquillajes de infortunio y perversión.
Estamos en una nueva forma de guerra civil, donde las balas son las palabras, donde el sentimiento se coloca delante de nuestra Bandera, para que triunfe, sólo para que triunfe.