El premio de Eurovisión va más allá de las fronteras y Ucrania manda mensaje de paz.
El sábado por la noche, una mayor parte de los votantes de Eurovisión entre los alrededores de 200 millones de telespectadores que vieron las 25 actuaciones del festival, tomó la decisión de que Ucrania se haga con el premio.
La posibilidad de oro se la brindó un festival que varios se toman a broma, sin embargo, que fue útil de plataforma para la candidatura de un territorio martirizado por las bombas. Kalush Orchestra se manifestó en Turín con una melodía que hablaba de Stefania, la mamá del vocalista, convertida al final en una metáfora de la mamá patria. “El poder de la música”, gritaba Laura Pausini.
No queda claro si ha sido aquello, la purpurina o las coreografías. Sin embargo, el festival, justo el año en que España se notaba capaz de triunfar con la bomba latina que traía Chanel y consiguió un genial tercer puesto (459 puntos), adquirió una importante magnitud política con una melodía tiene todos los visos de transformarse en un himno de la resistencia.
Ucrania ha podido tomarse el sábado un respiro y se señala su primera victoria a partir de que se adentró en este calvario. “Por favor, ayudad a Ucrania. Ayudad a Mariupol. Ayudad a Azovstal”, rogó el vocalista, ocasionando escalofríos durante toda la platea. En su territorio, una parte importante tuvo que ver su actuación en búnkeres y refugios subterráneos. Como el propio locutor que retransmitía la gala. El conjunto poseía 2 días de permiso para pasar a Turín. Una vez que vuelvan a Ucrania, aseguraron ayer, permanecen dispuestos a luchar en el frente. El mandatario de la nación, Volodomir Zelenski, les felicitó. “Nuestro coraje impresiona al mundo. Estoy seguro de que el triunfo está cerca”.