Por: Martín Valdivia Rodríguez
Malestar ha provocado en la ciudadanía el hecho de que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resuelva habilitar a los miembros del Congreso disuelto para postular en el proceso electoral de enero del próximo año. A pocos le entra en la cabeza que, después de tanto revuelo, estos señores quieran volver a postularse como si nada hubiera pasado. Y uno, con la sabiduría que dan los años, se pone a pensar si es que lo hacen sólo por “servir a la patria” o por satisfacer sus apetitos personales de no abandonar cierto poder.
Ellos no entienden que su tiempo ya pasó, que tuvieron su oportunidad y no supieron aprovecharla. La angurria llega a tal extremo que ahora vemos a las excongresistas de Fuerza Popular Rosa Bartra y Yeni Vilcatoma en la lista del partido Solidaridad Nacional, liderado por el exalcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio. Es decir, no sólo cambian de camiseta, sino que se pasan a la vereda de enfrente, dando a entender que si no me quieren aquí, puedo pasar a esta otra que sí me querrá. La danza de los que pueden.
Es por eso que la gente está desencantada de la política y de sus políticos, porque la mayoría de ellos juegan a la componenda y al dame que te doy. Para muchos Rosa Bartra es una excongresista que no supo manejar bien la Comisión Lava Jato, la misma que manejó a su antojo. Su informe incluyó indicios de delitos a 132 personas, pero excluyó de ese grupo al expresidente Alan García. Ella, obvio, lo niega de cabo a rabo, pero esta omisión crea un negro precedente contra esta exlegisladora que ahora postulará no sabemos para qué.
Lo mismo podríamos decir de Yeni Vilcatoma, personaje que renuncia a Fuerza Popular, se declara no agrupada y retorna al partido de Keiko Fujimor muy convenientemente. Hoy, postula otra vez pero con el partido de Castañeda Lossio. Una relación extraña que debería ser materia de un análisis. Y así corre la lista. Hasta ahora Fuerza Popular es la agrupación política que más congresistas disueltos lleva en su lista, siete en total.
A estas alturas del partido nos preguntamos si cerrar el Congreso fue la mejor medida y, lo que es peor para un país pobre como el Perú, gastar más de 150 millones de soles en unas elecciones que, a fin de cuentas, nos traerán las mismas caras de siempre. Usted decide. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.