Por: Jorge B. Hugo Álvarez : El realismo se impone y el pueblo no es ajeno a ello. Amplios sectores de la Nación expresan su preocupación e indignación por el pobre crecimiento de la economía nacional, la inseguridad ciudadana, los altos índices de corrupción, desempleo, fragilidad institucional, deficientes servicios sociales, entre otros males, que nos afectan directamente. Son varios los factores que concurren para agravar esta situación no deseable por el común de los mortales. De hecho, la inversión privada y la pública están en su niveles más bajos de la historia republicana.
La fuerza y la debilidad de esta realidad hicieron reaccionar al Poder Ejecutivo y lo hacen de manera tímida y poco coherente, al relanzar un shock de inversión pública en infraestructura de menor cuantía. Lo cual, constituye un paso importante, pero insuficiente. Cuando se trata de reactivar la economía, se requiere, además de grandes inversiones para reducir la enorme brecha en infraestructura, grandes reformas de segunda generación y, entre ellas, desde luego, la reforma tributaria y el sinceramiento de las exoneraciones tributarias.
Empecemos por sincerar las exoneraciones tributarias. Una cuestión esencial a reflexionar en la medida que, tiene gran impacto en la economía nacional. Son pocos los peruanos que sabemos cuánto deja de recaudar el Estado por estos beneficios a favor de las grandes empresas nacionales y extranjeras. El Ministerio de Economía y la SUNAT deberían publicar la lista completa de aquellas empresas beneficiadas y su impacto en la economía del país. Eso es transparencia y, no esperar que un organismo extranjero cuantifique estos montos y los publique en el extranjero.
En Perú, según el Marco Macroeconómico Multianual (MMM), el Estado peruano deja de percibir la astronómica cifra de S/17,240 mil millones de soles al 2019 que tanto necesitamos para combatir la pobreza, mejorar los servicios de salud, educación y seguridad ciudadana. Estos beneficios tributaros se expresan en diversas modalidades como: Créditos, exoneraciones, inafectaciones, reducciones de tasas, deducciones, diferimientos y devoluciones. Se supone que en una economía libre de mercados cada cual corre con la suya. No hay transparencia ni información de sus beneficios.
A ello, debemos sumar los 50 mil millones de soles anuales que deja de percibir el Estado por conceptos de evasión de impuestos, según SUNAT. Esa voluminosa suma de dinero bien podría servir para reducir la enorme brecha en infraestructura. Siendo que la infraestructura acerca la producción a los mercados. Medidas que realmente, reactivarían la economía.
En todo caso, un buen sistema de beneficios tributarios debe considerar criterios de; Transparencia, redición de cuentas, equidad, eficiencia y adecuación. Es inmoral beneficiar a unos cuantos pocos en desmedro de muchos peruanos. Nada resultaría tan saludable sincerar estas exoneraciones y cobrar las grandes deudas tributarias de todas las empresas. Se trata del interés nacional y no el intereses de unos cuantos. ¿Hay algo tramposo en esas exoneraciones? Juzgue usted lector, si ellos dieron los resultados esperados.
(*) Abogado penalista
