Chuschi, el pueblo donde Sendero inició el terror

El 17 de mayo de 1980, asaltaron y quemaron ánforas electorales y la prensa lo ignoró y consideró un incidente

por | Sep 14, 2021 | Especiales

El 17 de mayo de 1980, asaltaron y quemaron ánforas electorales y la prensa lo ignoró y consideró un incidente

La primera acción del grupo maoísta del Partido Comunista del Perú, mas conocido como Sendero Luminoso, el 17 de mayo de 1980, asaltaron el registro electoral de Chuschi, Cangallo (Ayacucho), robaron y quemaron las urnas electorales, marco el inicio del período más violento en la historia de Perú, 20 años que dejaron según la CVR, más de 70.000 muertos.

El hecho pasó desapercibido para la mayoría de los medios de comunicación de la época. Por ser el inicio de la lucha armada y haber aplicado un golpe contra una representación del Estado y de la democracia, fue reivindicado por el PCP-SL como la concreción del ILA y el inicio de su «guerra popular».

Aunque también hubo otras acciones, como lanzamiento de cargas sde dinamita en Cerro de Pasco y a la Municipalidad de San Martín de Porres (Lima), el asalto de Chuschi fue reivindicado por SL como el inicio de la lucha armada.

Según el informe de la CVR, es a raíz de este asalto, que se constituye la «1era Compañía» militar senderista. En los meses siguientes se multiplican los asaltos a puestos policiales, primero en capitales distritales alejadas pero luego en pueblos importantes como Vilcashuamán, atacado por segunda vez en el 22 de agosto de 1982 con un saldo de siete policías muertos.

La incursión

En 1980 Florencio Conde Núñez era el registrador de Chuschi. La madrugada de ese 17 de mayo dormía en la pequeña oficina de adobe y piedra, cuidando el material electoral, cuando fue despertado por los subversivos.

Según narró a los corresponsales que llegaron a Chuschi, los senderistas “forzaron la puerta que estaba trancada con un palo. Cuando entraron uno de los cinco encapuchados me encañonó con su revólver. Dijeron que eran militares de Pampa Cangallo y sacaron las 24 ánforas, sellos, cuaderno de registro, cédulas y otros materiales electorales. Media hora después me soltaron diciendo que en la mañana fuera a la base militar”, recuerda don Florencio, quien ahora tiene más de 70 años.

Cuando los desconocidos, que después se sabrían eran guerrilleros maoístas, se marcharon tocaron la campana del pueblo para convocar a los varayocc (alcaldes, regidores y aguaciles) y a la población entera.

“Todos fuimos en busca de las ánforas. Encontramos una parte en el puente de Quispillaqta. Estaba todo quemado. Todavía estaba humeando. Otra parte lo encontramos en la plaza principal de Chuschi”, relata.

Un poblador enrolla el retrato del expresidente Fernando Belaunde Terry, al día siguiente de la destrucción del registro electoral de Chuschi.

Nadie entendía

Conde Nuñez aseguró que esa noche no hubo gritos ni vivas senderistas. Nadie entendía lo que había ocurrido hasta que el gobernador Alejandro Galindo dijo: “Ya sé quién ha hecho esto, vamos a buscarlo”.

Fueron a la casa del profesor de primaria Bernardino Azurza Páucar, a quien hallaron despierto, alumbrado con una lámpara de kerosene. “Amarramos sus manos con soga y lo llevamos a la oficina, pero en un descuido se soltó la soga y logró escapar”, cuenta.

Más tarde, al promediar el mediodía descubrieron que en el sector de Quispillaqta un grupo de senderistas que participaron en el asalto estaban reunidos en una casa abandonada. Sin querer los delató el niño que cada día compraba pan y galletas para ellos, y que fue seguido por pobladores de Chuschi.

Los senderistas tenían en su poder dos sellos electorales y una caja de fósforo con balas. “Los llevamos a la plaza y entregamos a los militares”.

Horas después, pobladores de la comunidad vecina de Sarwa ubicaron a Bernardino Azurza, lo trasladaron a Chuschi. Finalmente el profesor también fue entregado a los militares.

Final de Azurza

Investigaciones de la Comisión de la Verdad en las comunidades cercanas a Chuschi aseguran que el poblador Pedro Azurza, era el que lideraba a los maestros de las escuelas vecinas y hacían proselitismo a favor de Sendero Luminoso.

Según la investigación de la CVR, Azurza fue asesinado en una incursión senderista, aunque su esposa Alicia Noa Borda declaró a la CVR que su cónyuge fue secuestrado el 10 de marzo de 1985 “por desconocidos con pasamontañas que ingresaron a su casa. Desde entonces está desaparecido”.

Hubo elecciones

El registrador electoral provincial de Cangallo no se cruzó de brazos, se comprometió a restituir el material electoral destruido y con el apoyo del Ejército, a bordo de un helicóptero, llevó el material electoral para las 4 mil personas inscritas ese año. El proceso se llevó tal como se había previsto.

Al mes siguiente cinco mandos políticos de Sendero armados con metralletas aparecieron intempestivamente portando banderas y propaganda subversiva.

“Lanzaron vivas y detuvieron al personal del servicio del colegio y al gobernador. Les colgaron un letrero y los pasearon semidesnudos por la Plaza de Armas. También me buscaron a mí, pero por suerte pude huir”, refiere, seguro de que de lo contrario no hubiera logrado sobrevivir.

Migración forzada

En 1980, el juez de paz de Chuschi, Herminio Dueñas Chuchón, tenía 18 años cuando empezó la violencia, y en el 2018 testimonió que en el año del asalto senderista  “vivían aquí 400 familias, pero luego por los abusos de los senderistas, los sinchis y los militares, que incluyeron la muerte de v arios pobladores, muchos emigraron a las ciudades de la costa».

Uno de los que se fueron de Chuschi fue Vicente Huaycha Chuchón cuando tenía 12 años y cursaba el sexto grado de primaria y en 2l 2018 opto por regresar a su comunidad  convertido en director del Instituto Educativo Nº 38126 de Chuschi.

A diferencia de los años 80, Chuschi disfruta de las bondades de la modernidad, ahora luz permanente, teléfonos particulares y una cabina de Internet. Y si bien algunos locales públicos han mejorado la escuela, tienen aún muchas necesidades. Pese a todo, el fantasma de la subversión sigue latente. La población teme que algún día los senderistas regresen otra vez.

 


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