La variante Delta y la caída de la vacunación ha hecho que, en todo Estados Unidos, el número de casos por COVID-19 se triplique en las dos últimas semanas, pasando de 13.700 el 6 de julio a 37.000 este martes, según datos difundidos por la Universidad Johns Hopkins.
En las dos últimas semanas, se ha visto que los Estados Unidos ha triplicado el número de contagios por COVID-19, debido a una avalancha de desinformación que viene circulando sobre las vacunas, con la consecuente presión a los hospitales y médicos extenuados.
Chad Neilsen, director de prevención de infecciones en UF Health Jacksonville, expresó: “Nuestro personal está frustrado”, quien tuvo que cancelar cirugías y procedimientos optativos debido a que el número de pacientes hospitalizados con COVID-19, la mayoría de ellos no vacunados, aumentó a 134 en sus dos campus, frente a un mínimo de 16 a mediados de mayo.
Chad Neilsen expresó como se siente el personal de salud: “Están cansados. Están pensando que esto es como un déjà vu, y hay algo de enojo porque sabemos que esta es una situación en gran parte prevenible, pues la gente no está aprovechando las vacunas”.
Se ha notado que en todo Estados Unidos, el promedio móvil de siete días de casos nuevos diarios se incrementó durante las últimas dos semanas a más de 37.000 el martes, frente a menos de 13.700 que había el 6 de julio, datos arrojados por la Universidad Johns Hopkins.
Las autoridades de salud culpan que este repunte a la variante Delta y a la desaceleración de las tasas de vacunación haya hecho que el número de casos aumente. Tan solo el 56,2% de los estadounidenses han recibido al menos una dosis de la vacuna, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
El doctor James Williams, profesor asociado de medicina clínica de emergencia en Texas Tech, dijo: “Es como ver un accidente automovilístico antes de que suceda”.
Recientemente comenzó a tratar a más pacientes con COVID-19. “Ninguno de nosotros quiere volver a pasar por esto”. Ahora los pacientes son más jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 20 y 40 años, y la mayoría de ellos no están vacunados.
Cuando la pandemia llegó y muchas personas empezaron a fallecer, la población rogaba que se desarrollara lo más pronto posible una vacuna. En tan solo un año, hicieron un gran esfuerzo por obtenerlas y ahora que ya están listas dudan en ponérselas.