Conformadas por ronderos, encabezaban los operativos del ejército y eran los primeros en caer bajo el fuego e inmolarse
Los Comités de Autodefensa- CAD tuvieron un rol decisivo en la lucha y derrota de Sendero Luminoso, y estas no eran otra cosa que las Rondas Campesinas, armadas y entrenadas por el Ejército, según lo estableció la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en sus conclusiones sobre su evaluación sobre la época del terrorismo en Perú vivido en el Perú durante el periodo entre los años 1980 y 2000.
En base a un estudio del investigador Mariano Aronés, podemos hacer un repaso de la formación de Rondas Campesinas en Ayacucho y su actuación en el enfrentamiento armado con las huestes de Sendero Luminoso.
En base a un buen estudio de Mariano Aronés, podemos hacer una lista –bastante pequeña- de la formación de Rondas Campesinas en Tambo (1985), Vilcashuamán (1991), y Accomarca (1997), en la región Ayacucho, durante el enfrentamiento armado a Sendero Luminoso:
Según este estudio en Tambo, provincia La Mar (Ayacucho) el CAD o Ronda Campesina de Tambo, se enfrentó a Sendero Luminoso en forma permanente hasta expulsarlo de este distrito, con el apoyo del Ejército.
Para Vilcashuamán, la conformación del CAD, fue decisivo su accionar hasta provocar una cada vez más débil accionar senderista en la región. A pesar de ello, se produjeron enfrentamientos que determinaron la derrota de Sendero Luminoso en manos de los ronderos.
En Accomarca, la Ronda Campesina se formó en forma tardía, luego del cierre del cuartel militar, por temor a una represalia de Sendero Luminoso por la colaboración de los comuneros con el ejército.
En cualquiera de estos tres casos, las Rondas Campesinas no fueron formadas para enfrentar abigeos o por cuestionamiento al Poder Judicial y la Policía.
Por el contrario, los CADC se formaron con nexos directos en las fuerzas armadas –especialmente con el Ejército Peruano- para enfrentar a Sendero Luminoso.
Tuvieron una intervención directa y una gran responsabilidad en la derrota militar que sufrió Sendero Luminoso en el espacio rural de los Andes del sur del Perú.
En 1996, la revista IDEELE de julio, publicó una entrevista a Julio Talavera quien, en ese momento, era presidente del CAD del distrito de Ayahuanco (Huanta-Ayacucho).
Al momento de ser preguntado por qué la autodefensa se formó recién en 1990, respondió:
“Sí, era desde antes, pero la base militar que había en San José no organizó bien a los campesinos. Los militares obligaban a todos los pagos a ir a Ayahuanco para presentarse al cuartel, tenían que llevar su leña, su comida y punto; no hubo concientización. Entonces, las comunidades estaban en dos bandos: la autodefensa y la subversión. Recién, cuando la base se retiró, la gente tomó conciencia y empezó a organizarse”.
Resulta interesante saber que el ejército utilizó a los campesinos de igual forma que Sendero Luminoso: sólo eran masa. Así lo sentían los mismos campesinos. Pero, retirado el ejército, tomaron conciencia y formaron sus CADC o Rondas Campesinas para defenderse y enfrentar a la subversión.
Talavera nos dice que no defendieron al país, y mucho menos al gobierno, sino para defenderse ellos mismos. La ausencia del Estado Peruano es más que evidente.
“Bueno, los que estamos dentro de la Defensa prácticamente nos hemos buscado para siempre este problema y tenemos que llevarlo para adelante. A fin de cuentas, todos vamos a morir, entonces yo ya estoy decidido a morir, pero luchando, no arrodillándome”.
Los ronderos, andinos, por su tradición milenaria guerrera, tienen un visión apocalíptica de la vida, de cercanía con la muerte y sus seres queridos muertos.
Quizás una visión apocalíptica del fin de su vida, pero a la vez, esperanzadora y ejemplificadora ya que, anuncia su decisión de morir luchando, metafóricamente jamás se arrodilló frente a Sendero, mejor dicho, no se rendirá porque él es la Ronda Campesina. Nuevamente el mito del origen y el final.
El propio extitular de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Salomón Lerner, sostuvo al final de las investigaciones, que el pueblo fue el verdadero vencedor de la lucha contra el terrorismo, a través de las rondas campesinas y los comités de autodefensa, afirmó hoy el extitular de la Comisión de la Verdad, Salomón Lerner.
“La lucha contra el terrorismo fue en diferentes frentes, pero el verdadero vencedor fue el pueblo, aquel pueblo organizado del ande que contrarrestó a las huestes senderistas a pesar del terror y la violencia desatada por una ideología fanática”, expresó entonces a la agencia Andina.
Lerner refrendó que la población se organizó a través de las comunidades andinas, en rondas campesinas y comités de autodefensa, para hacer frente a las columnas sediciosas que asolaban las regiones de la sierra peruana.
Como titular de la CVR, grupo encargado de analizar la violencia terrorista que afectó al país entre 1980 y 2000, sostuvo que esta fecha debe servir para reflexionar sobre el sacrificio del pueblo peruano por haber enfrentado al terror.
Precisamente el 18 de mayo de 1980, miembros de la banda sediciosa Sendero Luminoso quemaron ánforas de votación en el lejano poblado de Chuschi, en la región Ayacucho, hecho que marcó formalmente el inicio del fenómeno terrorista en el Perú.
Lerner Febres recordó que en la década de los ochenta y noventa muchas poblaciones del ande sufrían la violencia de Sendero Luminoso, que asesinaba a campesinos a los que acusaba de colaborar con las fuerzas del orden que los combatían.
A pesar de ello, añadió, los pobladores del ande, buscaron la forma de organizarse para contrarrestar el terror.
“Sendero finalmente no pudo captar a la población del ande, y dando coletazos, ingresó a las ciudades, a Lima, donde desataron la violencia propia de los grupos dogmáticos, radicales y de marcada intransigencia”, señaló.
Además, Lerner consideró que Sendero cayó básicamente porque su ideario del terror tenía una sola figura, representada por Abimael Guzmán Reynoso, elevado a la categoría de líder supremo por sus seguidores.
“La destrucción de ánforas en Chuschi es solo un episodio del período de violencia que vivió el Perú por casi 20 años. Sin embargo, es la ocasión para reflexionar sobre la necesidad de reforzar el modelo democrático que evite ideologías violentistas”, anotó.